El becerro de Oro. Reflexión.

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          “Estos son tus Dioses, Israel”…
                            Libro del Éxodo 32-4
¿Rectos o desviados?
El tópico del Becerro de Oro, que justamente vino a manchar el momento mas sublime del pueblo de Israel (la entrega de la Torá), nos viene a enseñar que fácil que es desviarse y equivocarse en la vida. Por el contrario, lo difícil que implica mantenerse fiel a un principio en momentos de prueba o de duda o bajo ciertos aprietes o dificultades que no son otra cosa que pruebas o desafíos que nos envía el Todopoderoso, para probarnos y ver hasta donde se puede estirar el hilo.
Muchedumbre abigarrada de gentiles.
Se dice de aquellos que no siendo judíos, salieron con el pueblo de Israel de la tierra de los faraones, y que Moshé erróneamente, habría pensado que terminarían de convertirse al judaísmo, pero, al contrario, terminaron incitando al resto del pueblo a volver a la idolatría bajo el mismo formato que habían dejado atrás, con la idea de poder tener algo material y concreto sobre el cual apoyarse y poder adorar o reverenciar.
Podría ser esta, la razón o la causa de probar al converso, a los fines de verificar si realmente es una persona que desea cambiar su vida y desea o ama el judaísmo, o, por el contrario, se trata de un confundido o de un oportunista de ocasión, que solo busca el idishkait en la medida en que su pertenencia o cercanía le de oportunidades que tienen que ver con ventajas materiales o la posibilidad de escalar de algún modo en cierto medio social o el mundo de los negocios o las relaciones,
No solo los gentiles.
De hecho, los propios judíos de nacimiento, a lo largo de los siglos, sea en la Tierra de Israel como en las diversas diásporas, y aún hasta el presente hemos estado siempre tentados, o han y hemos caído algunos, en optar dejar de lado la verdad de Dios, por una imagen o estatua de oro y de un animal que nos permita dar vía libre o rienda suelta a nuestros deseos de (envidia, codicia o anhelo desmedido por dinero y bienes materiales, apropiarnos de lo ajeno o cuestiones sexuales prohibidas) impulsos que lo Sagrado nos impele a frenar, reprimir o direccionar.
Final.
Todo el Pentateuco es profundo. Hay mucho mas para poder tallar traspasando lo textual. El capítulo Semanal o la Parashá Ki Tisá, vuelve a enseñarnos con este tema un punto capital para toda nuestra existencia física.
Debemos ser muy cuidadosos en nuestras vidas, ya que es fácil que el hombre se confunda o lo confundan. Como cuando dice el texto: “delante de un ciego no pondrán tropiezo”.
Y si quisiéramos la cita completa sería: “No maldecirás al sordo, no pondrás tropiezo delante del ciego, sino que tendras temor de tu Dios; Yo soy el Señor” Levítico 19:14.
Para concluir, el Ietzer Hará (o inclinación al mal) hace pecar al ser humano, cambiando el libreto, e incluso falseando las propias leyes vigentes. Un solo freno es posible, que impida caer en el Jet o yerro o pecado. O la mentira o el engaño. Y ese último bastión es en verdad el primero necesario para apegarse al judaísmo que es: “El temor de alejarse del Todopoderoso y de transgredir su palabra o deseo”.
Como dice en el libro de Proverbios del Rey Salomón: “El principio de la sabiduría es el temor a Hashem”.
Igualmente, muchos lectores discutirán este punto, pero, más allá, de cualquier malabarismo utilizando recursos psicológicos o de cualquier clase, en la práctica, la realidad(de la calle) siempre termina por demostrar que la Torá tenía, tiene, y siempre tendrá la razón.
El becerrro de Oro reitero, un grave pecado, y para nosotros una lección que siempre y cada año debemos volver a leer y estudiar, para repensar nuestro accionar para con nuestros semejantes. Y en lo posible no tropezar dos veces con la misma piedra.
Buenos Aires-Argentina.

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