El camino a la paz

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En respuesta a la columna firmada por el señor Carlos Duguech y publicada el 19 de enero bajo el título “El apoyo sudamericano a Palestina”, en la cual comenta sobre un artículo del periodista Andrés Oppenheimer, considero oportuno hacerles llegar las siguientes observaciones:

La Resolución 181 de las Naciones Unidas de 1947, aprobada con el masivo apoyo de los países latinoamericanos, estableció claramente la partición de Palestina, hasta ese momento bajo el mandato británico, en tres partes: un estado judío, uno árabe y un área de jurisdicción internacional en Jerusalén. Mientras el liderazgo judío aceptó inmediatamente esta decisión, una coalición de países árabes se lanzó directamente en una sangrienta guerra contra el incipiente Estado judío con el fin de evitar la materialización de esta resolución.

La resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de 1967 hace un llamado a la devolución de territorios capturados por Israel en lo que se considera fue una guerra defensiva frente a la amenaza de los ejércitos árabes. El concepto que emana de esta resolución establece el intercambio de tierras por paz como principio guía para la resolución del conflicto árabe-israelí. Las fronteras finales deben negociarse dentro del ámbito de acuerdos internacionales entre las partes involucradas. Los acuerdos de paz firmados entre Egipto e Israel (1979) y entre Israel y Jordania (1994) son un claro y concreto ejemplo de la voluntad inquebrantable del Estado judío a ceder territorio a cambio de paz.


La ocupación israelí en el Líbano, motivada por una incesante provocación terrorista en la frontera norte, finalizó en el año 2000 y ha sido certificada por la ONU. Sin embargo, el accionar terrorista de Hezbolá contra civiles dentro de las fronteras de Israel y contra blancos judíos en el mundo entero (recordemos el ataque a la AMIA en Argentina) sigue siendo una cruel realidad.

Por decisión unilateral tomada por el ex primer ministro Ariel Sharon, todos los asentamientos israelíes en la Franja de Gaza fueron evacuados en 2005, terminando con cualquier vestigio de presencia judía en la región. Hoy este territorio está en manos de Hamas, que aprovechó este gesto de buena voluntad de Israel a favor de la paz para convertir a Gaza en la plataforma de lanzamiento de miles de misiles contra poblaciones dentro de Israel.

Es inadmisible por lo tanto la sugerencia del señor Duguech de que estas organizaciones, claramente catalogadas como terroristas por países líderes en la lucha global contra el terrorismo, puedan considerarse como “organizaciones resistentes”.

Algunos creen que presionando con el reconocimiento internacional de la declaración unilateral de un estado palestino, se puede acelerar el proceso de paz. Propongo a aquellos que tengan un verdadero espíritu de ayuda a que hagan un llamado inmediato e incondicional al liderazgo palestino para que regrese a las negociaciones. La única forma de llegar a un acuerdo duradero es a través del compromiso de ambas partes a ceder en algunas sus posiciones y a trabajar abiertamente por una solución concertada, definitiva y justa al conflicto. Hasta el momento no ha habido un solo gesto en esa dirección de parte de la dirigencia palestina.

El camino a la paz es sin lugar a dudas riesgoso, pero únicamente habrá paz cuando los líderes palestinos entiendan que apostar a la paz es, en última instancia, la mejor jugada posible. Solo así habrá verdadera paz en esta sufrida región del planeta.

* Juan M. Dircie es Vicedirector del AJC (American Jewish Committee) Greater Miami y Broward.

1 comentario en «El camino a la paz»
  1. Publicado el miércoles 09 de febrero del 2011
    CARLOS DUGUECH: Seguir a Gandhi
    By CARLOS DUGUECH
    La columna "El apoyo sudamericano a Palestina” que suscribí y publicó El Nuevo Herald el 19 de enero generó una respuesta el día 25. A su autor Juan M. Dircie, vicedirector del AJC (American Jewish Committee) le ha parecido necesario formular algunas críticas. Acepto, es su derecho. Pensando en Gandhi tomo su visión de la paz: no es ésta el camino, el camino es la paz. Si fuéramos a tener en cuenta el "camino” en el que ruedan sus días y noches israelíes y palestinos, no es –en verdad– el camino la paz. Porque viene siendo regado desde hace mucho tiempo con sangre y escombros.
    Dice el Sr. Dircie lo que se debe decir de la Resolución 181 de "Partición de Palestina” por las Naciones Unidas (1947). El hecho de que los países árabes votaran en contra de la partición en la Asamblea General derivó –conforme lo que es usual en sistemas democráticos– en la legitimación del acto. Claro que, no obstante, hay cuestionamientos de otra índole doctrinaria: la ONU no tenía entre sus prerrogativas decidir tamaña resolución. Y, además, en el artículo 18 de la Carta se establece mayoría especial para asuntos de relevancia. Este de Palestina debió ser así considerado. Y en tal caso los dos tercios necesarios de los 57 países miembros eran 38. La partición se aprobó por 33, no llegó a los dos tercios. No obstante, asunto ya no revisable.

    Cuando el Sr. Dircie expresa que "el Estado Judío cedió (a Egipto y Jordania) territorio a cambio de paz” debió decir –a fuer de ser veraces y legalistas– "devolvió” y no, como afirma, "cedió”. Se cede lo propio, se devuelve lo ajeno.

    Su cita de la decisión unilateral de Sharon sobre Gaza revela un contrasentido. Levantó colonias (8,000 judíos, aproximadamente) porque éstos convivían en un territorio de una densidad abrumadora con casi un millón y medio de palestinos. El costo de la seguridad de esos colonos era una enorme sangría al presupuesto israelí. De todos modos el control sobre Gaza siguió desde Israel a discreción. De haberlo acordado con la Autoridad Palestina otra hubiera sido la situación actual, muy probablemente.

    Sobre "terroristas” y "resistentes” se pueden decir dos cosas: el método gandhiano de la resistencia no violenta no dejaba de ser resistencia (al imperio inglés); el método violento y de terror de los grupos Hamas, Jihad, Hezbolá, las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, FPLP, etc., no por ello dejan de ser "organizaciones resistentes” a una ocupación de ¡más de 43 años! (todas emergieron después de la ocupación militar israelí en 1967). Tampoco las organizaciones judías, Stern, Irgun, Leji, Hagana, que actuaron contra los ingleses del "Mandato” como contra los árabes, dejaron de ser terroristas a la vez que autodenominarse "Movimiento de Resistencia Judía”. El ataque al hotel King David por estas organizaciones no es menor que el asesinato del conde Bernardotte, mediador de la ONU en la zona.

    inalmente, sobre la Resolución 242 del Consejo de Seguridad: el Sr. Dircie expresa que "el concepto que emana de esta resolución establece el intercambio de tierras por paz como principio guía”. "Las fronteras finales deben negociarse dentro del ámbito de acuerdos internacionales entre las partes involucradas”. No, setenta veces no. La "242” reza "Retiro de las fuerzas armadas israelíes de territorio que ocuparon durante el reciente conflicto” (tomado de la página oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel). De todos modos las fronteras deben retrotraerse a un minuto antes del inicio de la invasión del 5 de junio de 1967. No debe haber sesgada interpretación que esa simple y directa que surge nítidamente del texto. Invito al Sr. Dircie a incursionar en los archivos de El Nuevo Herald y a leer mi artículo Lo ilógico de Hamas [28 de junio de 2010], que concluye así: "¿Dejarán los buitres de la política exterior de tantos países de mirar su propio bolsillo abriendo su mirada hacia esos pueblos que sufren, cada uno en su grado y a su manera en el Medio Oriente? Hamas podrá brindarle un enorme servicio al sufrido pueblo palestino con una realista acción de alta política y de claros objetivos de soberanía popular. Eso será ganar la paz antes que perder toda guerra con tanto martirologio sin destino ni razón”.

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