¿Vives separado o te consideras parte de un todo?El ego engaña constantemente, en su papel protagónico pretende estar en el reflector, en el foco, busca llamar la atención ante todo y siempre.
Hoy te comparto un secreto, la vida del hombre sólo aporta algo cuando está de acuerdo con el universo.
La tarea para integrarnos a ese gran espacio es hacer la conexión con el medio ambiente, con el entorno, con la tierra, con los mares, con el aire; cuidar todo aquello que nos proporciona bienestar a fin de cuentas.
Al vivir en estas condiciones le damos confiabilidad al planeta como una unidad en sí mismo; defendemos todo aquello que está en peligro de extinción; tomemos el tiempo para recoger la basura, para reciclar; separar lo orgánico de lo inorgánico, mantener armonía y equilibrio tanto dentro de nosotros como con lo que nos rodea.
Recordemos que sólo somos unas maravillosas creaciones pequeñas, si nos comparamos con el gran cosmos.
Desde nuestra trinchera aportando nuestro pequeño grano seremos capaces de conciliar, de conservar un mejor entorno en la inteligencia de que todo lo que va viene.
Te invito a cuidar nuestro entorno pues aquí vives compartiendo el espacio.
Cuando nuestra existencia se da en unicidad comprendemos que todos estamos interconectados, surgen las sincronías y las causalidades. Un gran ejemplo de esto está en el cuerpo humano, todos sus órganos, músculos y huesos desempeñan una función distinta, comparten un hábitat, un universo dentro de tu piel.
Para que todo ello funcione de manera perfecta, como lo hace, existe un orden, una unión; cuando una célula se descompone o enferma rompe el equilibrio; eso es lo mismo que sucede con el entorno cuando lo descuidamos, rompemos la armonía ecológica.
La célula que se enferma se niega a cooperar con las demás, como si su ego la traicionara y quisiera librar la batalla en soledad; se llega incluso a dar cuenta de que ha permanecido engañada, que es parte de un todo y que requiere de ello para su elemental subsistencia.
Cuando vivimos en integridad percibimos y sentimos la hermosa conexión que se da con la vida, soltamos el ego que siempre pretende estar en soledad.
Aprendamos el gran secreto de formar parte de un grupo, anteponiéndolo a la constante competencia; conectarnos con los elementos fundamentales, agua, tierra, aire y fuego permite entender el principio de la armonía, condición absolutamente necesaria tanto para la paz como para la felicidad.
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