No es de sorprenderse que aunque el hombre crece, aun tiempo después, queda un niño detrás de el. Un niño que aun desea colorear con crayones en el jardín de niños.
Dios es Amor.
El verdadero nombre de Ber, era Abraham. Ese era su nombre hebreo, cuando aun era niño, en el jardín de niños, jugando, entre crayones y bolitas de arena. A veces, incluso, ambas artes, se combinaban. Las jardineras les daban a los pequeños polvo y arena para que los rociaran de colores.
Ese era un mundo oculto, quizás de imaginación, quizás olvidado, quizás provenía de algún tipo de antigüedad, o de un futuro inesperado.
También es sabido, que en la etapa llamada adulto, desde los trece años hasta la mayoría de edad, muchos años después, en toda esta etapa de maduración, esta etapa desaparea, en un mecanismo de rutina y vida diaria.
Por ejemplo, para un adulto, quien tiene billetes y monedas en su harto vivir, le es mas importante los números en estos, que los colores.
Al crecer, y pasar a la mayoría de edad, a la adultez, quizo hacer desaparecer este nombre hebreo, y en su ser secreto e intimo, se hizo llamar Bernardo, y luego sus amigos, le llamaron simplemente ¨Ber¨. Entre otras cosas, le decían así, porque parecía un oso. Melena de color cafe que a veces, solo en ciertas ocasiones de gracia de la naturaleza, resplandecía con el sol como una cascada de oro natural.
Desde muy joven, el y sus amigos comenzaron a usar gafas oscuras según se acostumbra en California, y así, ocultar los colores de sus ojos. Ocultar la luz. Pero no lo sabían.
Esto sucedió así hasta que comenzó a leer la Biblia, y llego al capitulo que describía las doce piedras de colores que llevaba el Sumo sacerdote en el pectoral indicando una futura revelación para las doce tribus.
Quedo absolutamente fascinado por este tema.
¿Una búsqueda de la luz? ¿Una búsqueda de la infancia perdida? ¿La espiritualidad de los colores?
Una cierta información que se encuentra oculta en la Biblia, y la mayoría de los lectores no logran detectar como un principio, porque aparentemente no es un principio moral o ético, sino una de esas joyas que se encuentran en la Biblia.
Para su sorpresa había vasto material escrito al respecto en libros religiosos, escolásticos, interpretaciones.
No fue sino hasta la época en que apareció el Internet, que los colores volvieron a tener cierto impacto inmediato sobre la vista nuevamente. El resplandor de las pantallas blancas hacían resplandecer y hacer sentir estos colores y sus formas en miles de sitios, paginas y toda clase de diseños. Aventura que por cierto, era nueva, y provenía ya de la televisión. Tradición que por cierto había sido resguardada y renovada por la industria de la moda.
La primera computadora no era así, la pantalla era negra y las letras blancas.
Para los hombres el mundo era mas blanco y negro, las cosas eran o no eran. El Ser o no Ser de Shakespeare era masculino. Mientras que para las mujeres el mundo era una mente llena de monerías, despliegues de brillos alucinantes, colores y formas en diversos tamaños y formas. Esto se debía a que los hombres buscaban la estructura, mientras que las mujeres encontraban sentido en la belleza, el maquillaje, el acompañamiento. Los hombres veían la funcionalidad, las mujeres el encanto.
Maquillajes, colores para los ojos, colores en las modas, que indicaban suavemente las transiciones y maduraciones de la naturaleza.
Los hombres, en este sentido, eran mucho mas primitivos, aunque aparentara lo contrario, e incluso al mirar al cielo, trataban de traspasar el color azul celeste e ir al espacio infinito, mientras que las mujeres celebraban la fiesta del mundo. Solo cuando los hombres, tras conquistar inútilmente la luna, se hicieron mas femeninos, lograron comenzar a percibir parte de esta hermosa hipersensibilidad.
Sin embargo, era muy difícil ver esto en la vida cotidiana, donde a pesar del desplegamiento de nuevos colores y variantes, los colores en su actuar natural, parecían unitono, es decir, desaparecían ante la escalante importancia de la funcionalidad.
Ber no se se había dado cuenta de las influencias de la sociedad, había una tendencia a ser todos iguales y todos diferentes, pero había una gran apreciación en las nuevas modas.
Se dio cuenta de esto al final de la etapa colegial, cuando los chicos, queriendo ser mas grandes de lo que eran, se vestían todos de negro. Cuando la moda del negro había impactado a los intelectuales, y nadie lo cuestionaba.
Nadie cuestionaba los colores, ¿tendrían estos algún sentido mas allá de las tradiciones? Tomen el matrimonio por ejemplo, el hombre vestía de negro, y la mujer de blanco.
¿Seria que la union exitosa de ambos habían formado un arcoiris? ¿Y seria que con el paso de los siglos la humanidad ya no distinguía este arcoiris? ¿Seria que los psicólogos habían gastado por completo el significado de los colores? ¿O que en la vasta variación de significados y posibilidades todo era cuestionable?
Existía otro hecho innato, los colores no era realmente lo que importaba, eran como sinfonías, como acompañamientos, como la música, puesto que de no ser así los hombres se enamorarían únicamente de hombres o mujeres con ojos azules o verdes, y sin embargo, la realidad, era que el amor y el enamoramiento acababa trascendiendo los colores de los ojos, de la tez de la piel, e incluso de la ropa.
¿Seria la nueva forma de color negro una protesta? Las gabardinas largas, los lentes oscuros, todo acompañado de zapatos, cinturones, brazaletes negros.
El negro era la absoluta falta de espiritualidad e imaginación en el mundo, la ausencia de la fantasía.
La religión de los sacerdotes no era una religión de ajedrez, sino basada en una profunda sensibilidad e imaginación, una fantasía mas allá de la realidad concebible.
¿Realidad o materialismo? se preguntaba Ber, acompañado de tragos de Vodka o Whisky.
La falta de amor era una falta de color, por ello, los jóvenes, anarquistas contra una realidad ultramediatizada, vestían de negro.
El negro era un cuestionamiento, una armadura o caparazón, una profunda duda sobre el existir, y carecía de la pureza de la transparencia, tanto es así, que era difícil encontrar el color negro en la naturaleza.
El color negro era el color de la nueva intelectualidad basada quizás en un viaje de consciencia en el nuevo automatismo, la nueva consciencia hipertecnologica.
Aun cuando todos vestían de color negro en el posthippismo, la nueva entrada a la universalidad, el yupismo, la separación. Si, la era de la separación, o llamada de forma natural individualismo, Ber leía la Biblia sin ritualidad, y veía a este como un libro de luz lleno de colores.
Los colores, la hermosa danza de la vida, el canto, los coros, las notas, las escalas, las armonías. Y si lo viéramos así, figuradamente metafóricamente, simbólicamente, quizás, el negro seria un silencio, una pausa.
Al ver los colores en las doce piedras que representaban a laas doce tribus perdidas en el pectoral del sumo sacerdote quedo fascinado.
La vida era color.
Dios se expresaba con sensibilidad y excitación.
Los colores no le eran ajenos a nadie, eran parte del aprendizaje mas esencial del ser humano, e incluso, el anti-racismo, no anti-colorismo, era el nuevo clima político de la nueva humanidad. Los colores habían reflejado las variaciones de culturas, tiempos, localismos, sociedades, espacios, etapas.
Incluso el sol reflejaba el degrade de colores en las distintas etapas del día celestial, desde el simple amanecer hasta la noche y el aura boreal. Y sin embargo, los hombres habían perdido su sensibilidad en la percepción porque los colores se habían vuelto normales, y todo lo que se volvía normal, tendía a desaparecer, derretirse, desintegrarse en el todo.
Ber, se prometio a si mismo que buscaría las piedras de colores del pectoral y reencontraría a las tribus perdidas, pero con el paso del tiempo, amores y desamores, borracheras y crudas, estudios y olvidos, y al dispersarse en la sociedad moderna, en la dispersión de metas y medios, paso a olvidarse de todos, y a confundirlo todo.
Después de todo quien necesitaba un pectoral, un sumo sacerdote y un templo en la era contemporánea de multicinemas, televisión de cables, y medios digitales constantemente dinámicos y giratorios, mostrando un mundo en constante coito.
Todas las sinfonías y hasta las canciones populares mas vanas denotaban la interacción sistemática de los colores, quien necesitaría un mas allá.
Al crecer y tener diferentes novias y perderlas, apareció un nuevo signo de interrogación: ¨la Soledad. Esa gran soledad que inundaba a todos.
Ya había dejado de vestir de negro hace mucho, y vestía holgadas camisas hawaiianas que lo hacían sentir mas vivo y menos apegado a las medias que buscaban los hombres.
Quien necesita un hombre o una mujer cuando todos perseguimos an nivel cultural, social, económico… independencia… independencia económica, un coche del año y el mejor préstamo del banco, quizás incluso ganar la lotería para aquellos quienes vivía en el mundo de las apuestas.
¿¨Quien necesita a un hombre o una mujer?¨Recitaban miles de canciones de moda pop en el radio.
En su ultima costumbre de cambiar los canales de la televisión LCD HD en su cuarto en la universidad, se detuvo en un canal, una chica, la mas hermosa del mundo, la mas hermosa que jamas había visto, lloraba en transmisión en vivo en una entrevista que le hacían.
¿Porque una chica, la mas hermosa que jamas habria visto, sumamente sexy y sensual, lloraba en la televisión?
Ber quedo completamente fascinado e indignado a la vez, como en un estado de hipnosis.
-Es ella- se dijo en voz baja.
-¿Dijiste algo?- salió una voz del cielo, o que quizás venia del otro lado del balcón o de su mente.
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