La Información – así, con mayúscula – ha sido siempre el recurso más valioso al alcance del ser humano. A medida que éste la obtiene, su beneficio propio aumenta. No importa el nivel de la Información, lo valioso es conseguirla.
Tomemos como ejemplo actual una encuesta realizada por uno de tantos medios de comunicación escrita, a propósito de las “filtraciones” del ya muy famoso Wiki-Leaks, en la que se pregunta:”¿Está Ud. de acuerdo que se revele la información confidencial cruzada ( filtrada) por WL?”
No es sorpresa que un 83% de los encuestados hayan contestado en sentido afirmativo.
Analicemos las razones:
El ciudadano medio, el ganapán, el de a pie, que supone estar informado por el hecho de que lee periódicos o ve las noticias por televisión, limita su interpretación de los hechos a lo que, de manera subliminal, esos medios le comunican.
Así navega su intelecto hasta que, de pronto, surge algo que se sale del contexto de la información rutinaria, como el caso Irving en EUA y la guerra de Vietnam o como las revelaciones de Wiki-Leaks, hoy.
Con su carga de morbo, el ciudadano ve primero el escándalo. Su mente y su preparación literaria e intelectual encuentran, en ese momento, un campo abierto a la especulación, algo que su hebdomadario o televisora no le permitía por tenerlo constreñido al modelo informativo acostumbrado.
A medida que él se entera de las filtraciones, empieza a buscar aquellas relacionadas con su propio ámbito. Al encontrarlas, no se detiene a reconocer que durante largo tiempo sólo vio y leyó lo que le proporcionaron los medios; ahora ya quiere más material, más revelaciones de lo que “se le ocultó”.
Ahora, las dudas lo inquietan. ‘Yo quería que este fuese presidente, que este otro fuese diputado, que el de más allá fuese senador. Voté por su partido, también.’
Un sentimiento de revancha lo invade. ¿Por qué no supo cómo descubrir aquello que hoy está exhibiéndose? ¿Por qué sostuvo esa actitud pasiva por tanto tiempo? Bueno, no importa. Lo que vale es lo que está exponiéndose el día de hoy.
Ahora le toca su turno al diálogo. El ciudadano necesita hablar de esto. ¿Con quién puedo comentar lo que está sucediendo? ¿A quién le puedo pedir su opinión sin parecer un ignorante y, a la vez, recibir su punto de vista?
-“¿Cómo ves este asunto de las filtraciones? Está ‘grueso’, ¿verdad?”-
Una sensación de certeza cosmopolita invade la mente del ciudadano. Ya está al comando de la información, Ya es parte de la ola intelectual.
En el restaurante, en la comida como junta de negocios, ya tiene un importante tema de conversación. Aquí muestra su sofisticación, su “up-to-date” con los asuntos importantes.
Pero allá, en el fondo, Wiki-Leaks y sus revelaciones provocan angustia y resentimiento.
La hipocresía y el cinismo manifestándose en cada giro de las palabras de los actores descubiertos, nublan la mente del ciudadano.
En su fuero interno le quedan dos recursos: adoptar la idea de la necesaria corrupción política en las relaciones de alto nivel o regresar al limbo y continuar conformándose con lo que los medios en forma rutinaria le sirven.
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