Dice la Historia (¿leyenda?) que César, al recibir la noticia de la derrota de su ejército en la batalla de Marathon, mandó matar a quien trajo la mala nueva.
Hoy en día, por más que admiremos, nos sorprendamos u odiemos a los medios, esos modernos mensajeros, lo único que podemos hacer es apagar la radio, la TV o arrojar el periódico al cesto de basura. Aún así, nos queda una sensación de que pudimos hacer algo más. Cuántos de nosotros hemos escrito, hablado por teléfono con la intención de protestar, de desautorizar y hacer saber nuestro desacuerdo, nuestro enojo. Quisiéramos, como el césar, matar al mensajero.
Pocos medios se salvan de la quema ( y por favor incluyan a ForoJudío.com), mas el malestar, el desacuerdo queda.
Hemos visto, leído y escuchado varias noticias últimamente. Vamos recordándolas:
- El asunto Strauss-Kahn
- El juicio de Casey Anthony
- La flotilla
Mencionamos sólo estas tres para centrar nuestra atención en el tema de esta columna. Hay muchos más, pero veamos éstos y su tratamiento en los medios.
Déjenme empezar por el primer requisito de una noticia: la NOVEDAD. Lo inesperado, diferente, eso que llama la atención y como reguero de pólvora se enciende.
Segundo requisito: el IMPACTO. Los tres casos llamaron la atención del lector, televidente o escucha. El primero, como dijimos en nuestra columna anterior, por tratarse de un financiero encumbrado; el otro, delito de sangre oculta, de malas personas, sin dudas razonables, y luego, la flotilla. Nunca habíamos sido testigos de algo tan novedoso, tanto que llamó la atención colectiva. ¡Qué temas! Habría en ellos todos los ingredientes para que los medios se “dieran vuelo” para llenar espacios con toda clase de especulaciones, hipótesis, tendencias y justificaciones.
Tercer requisito: La aparente TRASCENDENCIA del tema. ¿A quién no le interesaría hurgar los rincones más oscuros de un importante funcionario de nivel mundial? ¿Quién podría ser indiferente al asesinato de una criatura, o quién no podría justificar una acción a favor de una masa oprimida, sojuzgada, carente de derechos? El interés, como sea, se extiende por todos los ámbitos.
Cuarto requisito: la DURABILIDAD. Temas así como éstos no son para salir un día y ser olvidados al siguiente. Según la máxima periodística, el público tiene mala memoria, y por consiguiente, hay que alimentarlo como a los bebés. Estos ya se olvidaron por la tarde los que se les dio por la mañana. Claro está, noticia es novedad en todos los casos. Esto es, como sabemos el primer plano de cualquier información, y por tal, obviemos su explicación. Nadie quiere saber de noticias viejas.
El asunto DSK ya lo tratamos en nuestra contribución anterior, tanto en su origen como en sus diferentes facetas. Reúne, además de lo novedoso, los tres requisitos establecidos, una vez reconocida su novedad.: Impacto, trascendencia y durabilidad. Aquí es donde entra el mensajero. El revuelo que causó la noticia fue indiscutible. La trascendencia, por supuesto que fue enorme. El tercero, por el manejo que utilizan los medios, continúa, y los estos se han encargado de mantenerlo vigente.
Caylee Anthony desapareció. No fue gran noticia, pero cuando su madre Casey fue acusada de asesinato en primer grado y otros crímenes relacionados, el impacto fue tremendo. Todos los medios particularmente los estadounidenses, se volcaron sobre el asunto. Sólo primeras planas, apertura de noticieros de radio y TV.,etc.
La trascendencia se puede resumir en uno de tantos comentarios: “¿Cómo una madre pudo matar a su adorable criatura de dos años de edad? ¡Bestia, asesina!
El infausto suceso llamó la atención de todos los sectores sociales.
La durabilidad estaba asegurada. Casi tres años después de su aprehensión, Casey Anthony fue enjuiciada. El proceso se prolongó por más de tres meses. Los medios de llenaron con cada giro, análisis, variable, hipótesis, etc. La solución perfecta al tercer requisito.( Dejemos a un lado el veredicto que provocó otra andanada).
El tercer tema, la “flotilla”.
Como noticia, teniendo el antecedente del Navi Marmara y sus otras “carabelas”, no era gran novedad. Las repercusiones del primer incidente fueron tratadas con un perfil relativamente bajo, excepción hecha de los “políticamente correctos”.
Sí, hubo quienes se ubicaron del lado de los pobres “protestantes”. También quienes procuraron defender la integridad de Israel.
Curiosamente, por lo mismo, su impacto inicial fue menor, pero los medios lograron que fuera creciendo hasta alcanzar todos los rincones del “mundo civilizado”, llegando hasta los últimos confines de Asia, África y Oceanía. ¿Cómo? El poder de la comunicación global, de lo cual CNN y su asociada Al-Jazeera, son líderes. Para realzar dicho impacto, se utilizó como “casus belli” el conflicto Israel – Palestina, así como la famosa “primavera árabe”.
La trascendencia en este tema puede atribuirse al manejo del peligro que supuestamente representa para todo el mundo un estallido de hostilidades que involucre no sólo a los mencionados sino también a Irán y los EUA, y porqué no, a Rusia y China, de suerte que la ONU quedaría en medio de ello.
En cuanto a durabilidad, el asunto de la flotilla, que se ha venido gestando desde hace meses, para reforzarlo tiene ya un derivado: una cosa que los medios llaman “airtilla”. Si alguien, como Turquía, que autorizó la primera oleada, y Grecia, que de plano no autorizó ni quiere involucrarse con la siguiente, lo impiden, ¡nos vamos por avión y les llegamos a los israelíes como simples turistas! El asunto, entonces, permanece. Las reacciones de los diversos actores en el tema contribuyen a su durabilidad.
El lector, el televidente y el radioescucha están atrapados. Misión cumplida, y los medios, satisfechos con su penetración o circulación, según sea el caso, continuarán vendiendo su publicidad, sus anuncios y su labor informativa.
Mi maestra de Español, Gramática e Historia durante cinco largos años, amén de sus enseñanzas, me inculcó la costumbre de leer entre líneas. “Muchacho”, decía, “no leas o escuches palabras.¡Entiéndelas! Medita el mensaje que llevan”.Anhelo que alcancemos ese nivel. En México decimos “dorar la píldora”. Ya es hora que no lo permitamos y atendamos a mi maestra.
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