Mi sionismo y yo, capítulo 11

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A partir de los 80 los kibutzim entraron en una crisis económica de la que pocos kibutz han podido salir. Las deudas que habían contraído con los bancos aumentaron a la par de una inflación que en 1984 era del 450%. Los kibutzim habían tomado grandes préstamos para el desarrollo industrial y cambios en su estructura interna. En 1985 cerca de cien kibutzim estaban en la ruina. (extraje de:

http://www.wikilearning.com/monografia/el_perfume_de_palestina-los_kibutzim_el_declive_de_un_mito/8975-22

El periodo más puro, más limpio y más inocente de mi vida, fue ese año y medio o un poco más que viví en un kibutz. Si bien parte del periodo fue en un kibutz donde estudiábamos hebreo (todo el grupo) y la parte más importante de ese periodo en el Kibutz Gaash que sería nuestra casa permanente. Nuestros planes eran incorporarnos a la vida sionista socialista en forma permanente, así que la elección de un kibutz cercano a la ciudad, a los centros de cultura por ejemplo, nos resultaba un factor muy importante en los planes de vida. El Ulpan hicimos en el Kibutz Gan Shmuel, un fuerte y veterano kibutz cerca de la ciudad de Hedera. No sé en qué puntos fracaso el proyecto y es un hecho que ningún miembro quedo allí.


Había terminado la carrera de contador público en Buenos Aires, en el kibutz los trabajos de la contabilidad se dejaba para la gente mayor. Me dieron a elegir varios trabajos físicos y opte por trabajar en el tambo, convertirme en tambero, pues habiendo nacido en Avigdor y sentirme hombre de campo, es lo que más me atrajo. Hasta la fecha puedo decir que al fin y al cabo fue la única época que fui feliz de mi trabajo. Me encanto y como no sabía hebreo, me hice traer libros en castellano de la Argentina. Rápidamente me perfile como candidato a ser el responsable del tambo. También estaba en el tambo una excelente trabajadora, Yael, una de las primogénitas del kibutz, más o menos de mi edad.

En la práctica se planteó una competencia que no solo iba mucho más allí del trabajo, sino del lugar que tendría nuestro grupo, todos o casi todos con educación académica y que no habían servido en el ejército (parte de la ideología en aquellos tiempos) y los hijos del kibutz u otros grupos sin la educación académica y habiendo servido en el ejército. Antes de la explosión, gentilmente renuncie a trabajar en el tambo, pues no me era cómodo desplazar o amenazar con desplazamiento a Yael. No recuerdo que se me haya dicho que no renuncie. Opte por ir a trabajar al gallinero, engorde de pollos. Pésima decisión pues los pollos solo son ricos para comer, como las vacas, pero terriblemente tontos a diferencia de las vacas. Y si bien las vacas no serán muy inteligentes, son cálidas y simpáticas.

En el momento que pase a trabajar con los pollos comencé a ver el Kibutz con otros ojos, con los ojos de la realidad y no de la fantasía y el deseo. Con mi inocencia los 50 dólares americanos que mi padre me mando de regalo para mi cumpleaños 25 (1974) di a Pnina, la tesorera. La tesorera en lugar de explicarme de donde nacen los niños acepto mi donación. Seguramente todavía trabajaba con las vacas. Solo después vi que el miembro del kibutz que venía de Cuba tenia ricos habanos y el de Brasil, tomaba exquisito café y que el sistema de igualdad es muy parecido al de un país del caribe donde la FE es el mejor seguro de un mejor vivir. (FE= familia en el exterior). Empecé a comprender que hay cosas absurdas, decisiones no prácticas y hasta tontas a efectos de cuidar la línea, el dogma. Hay que recordar que los kibutzim del hashomer hatzair, al que pertenece Gaash estuvieron de duelo cuando murió Stalin.

No tengo suficiente información para determinar que en ese marco podían tomarse medidas que favorezcan más a unos que a otros, pero intuitivamente tiendo a pensar que por naturaleza, los focos de poder tienen su influencia preferible.

Me permito suponer que olfatee la crisis que se venía y que salió a luz con toda intensidad después que la derecha gano las elecciones en el año 1977, yo ya no estaba ahí. El kibutz esta sobre el Mar Mediterráneo con hermosas playas, los sábados cerraban las bajadas al mar a efectos que no pasen los de la ciudad. Una proposición (por ahí la hice yo ?) que en lugar de cerrar la bajada a la playa pongamos un kiosco y vendamos choripán y coca cola, fue rechazada como no honorable en la reunión semanal de los miembros del kibutz. Tengo otros recuerdos más de esta índole. El 5 de marzo de 1975, ya trabajaba con los pollos, nació mi hija mayor Dalit. Lloraba la pobre día y noche, nuestros amigos del grupo se turnaban con nosotros para tranquilizarla. No se permitía dar chupete a la bebita.

Eran las épocas que los chicos vivían en casas de los chicos y los padres los recibíamos de 16 a 19 para regocijarnos con los pichones. La madre de la niña se deprimió mucho al llegar a las cuatro a buscar la niña y ella ya estaba cambiadita y limpita para ser llevada. La imposibilidad de ver la caca de tu criatura parece ser muy importante para una joven madre primeriza. Hoy el turismo y los servicios son una de las ramas más importantes de la economía kibutziana y hace muchos años que los niños duermen en las casas de los padres. A eso debo agregar que yo me sentía bastante acorralado, ya hacia 13 años, la mitad de mi vida que yo más o menos disponía de mi vida y allí todo estaba enmarcado en leyes que no me cuadraban y que no tenían a mis ojos nada de socialista, ni de sionista, sino de intentar mantener una grisácea igualdad.

Decidí irme, llevando a la familia, hubo intentos de convencer que nos quedemos pero tampoco estos fueron intentos inteligentes, ya que uno de los elementos que se utilizaron era mi pobreza (económica) y que me seria tremendamente difícil desarrollarme en la ciudad. Nos fuimos en julio de 1975.

Realmente era muy inocente, en noviembre del año 1973 apenas llegados viaje a Dimona a visitar mi amigo Mauricio, que estaba reclutado por la guerra de Yom Kipur. Paseando por la zona del Mar Muerto, al mediodía, entre al comedor del Kibutz Ein Guedi, con mi débil hebreo dije que soy del Kibutz Gaash y me puse a almorzar. Con sinceridad y hoy por supuesto sonrojándome pensaba, que todo era comunitario. El hecho que no me hayan tirado fuera del comedor, como a los borrachos del bar, y me hayan dejado almorzar, guardo como uno de los más bellos recuerdos de estos 37 años en Israel.

Acerca de Julio Ioseph May

Julio Ioseph May (Yossi) nació en Entre Ríos, Argentina. Es Contador Público de la Universidad de Buenos Aires. Desde 1973 viviò  en el Estado de Israel y a partir de febrero 2014 reside en Barranquilla, Colombia. En vistas a la tercera edad comenzó a practicar su sueño de escribir que lo acompañó desde chico.Participa activamente en variados grupos literarios del internet. Comparte publicaciones de cinco antologías: De Paz y De Guerrasy Lazos Umbilicales publicadas en Israel en 2007, "primer antología" de Muestrario de Palabras (2007) y Libro del Haiku, Ediciones Artesanales Santoamor (2008) ambas en Buenos Aires. Pensamiento Antologico Universal, La poesia purifica la vida humana, Congreso Universal de Poesia Hispanoamericana, publicada en Mexico 2010. La revista virtual Palabras al Sol publicaba regularmentecuentos y poemas de su autoría. Su preferencia es la narración.

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