Nuestros Gobernantes (Séptima Parte)

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Miguel Alemán Valdés

Sayula, Ver., 29 de septiembre, 1900 – México D.F., 14 de mayo, 1983.

Presidente constitucional (1 de Dic.1946 – 30 de noviembre-1952).


Para 1946, cuando el Licenciado Alemán asumía el puesto de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, el que suscribe apenas tenía 6 meses de edad, faltando 6 años más para que la familia cambiara su residencia a la capital; sin embargo según algunos relatos que llegaron a mis oídos, hasta el lejano estado de Sinaloa llegaba del centro del país el oleaje político de un importante cambio de sexenio, principalmente a través de los diarios de circulación local y algunas estaciones de radio del puerto o las que se captaban con dificultad, mediante radios de onda corta; las imágenes -todavía en blanco y negro- llegaban un poco después, mediante los noticiarios que se exhibían antes de las películas que se presentaban en las escasas salas cinematográficas. Los comicios para su ascenso al poder, aparentemente transcurrieron entre la paz ganada por los aliados después de la guerra mundial y el inicio de otra guerra, pero ahora llamada fría, entre un bloque socialista encabezado por la URSS y otro de corte capitalista, con los Estados Unidos de Norteamérica como líder y defensor de las democracias de occidente, que al mismo tiempo seguía ayudando a la reconstrucción de Europa y Japón.

El Lic. Alemán, se recibió en la Escuela de Jurisprudencia en 1928. Contendió para su elección, con otro licenciado Ezequiel Padilla, pero antes de ser nominado por el partido en el poder, representó por varios años los intereses de los sindicatos; fue magistrado en el Tribunal Superior de Justicia; después senador por el estado de Veracruz, y a la muerte del gobernador electo del estado ocupa la gubernatura, aunque renuncia a ella para hacerse cargo de la dirección de la campaña presidencial del general Manuel Ávila Camacho.

No obstante en este nuevo cambio de jefe máximo o Tlatoani, como el de Ávila Camacho, tampoco resultó muy tranquilo y apegado al respeto de los votantes, que en aquellas épocas no sumaban muchos, aunque como antes de estos dos últimos sexenios, casi siempre se llegaba a los mismos resultados a favor del PRI. Y si creemos que nada más en nuestros tiempos está de moda el que algunos políticos tengan algún pariente incómodo, nos equivocamos, pues el entonces presidente lo tenía en la persona de su hermano mayor Maximino Ávila Camacho, quien obstaculizó la candidatura de Miguel Alemán, a quien llamó facineroso y además lo amenazó de muerte. Afortunadamente para el Lic. Alemán, los excesos de Maximino, principalmente en el beber y la comida, lo llevaron a la muerte antes de que ocurrieran las elecciones de 1946.

Las expectativas con su elección y la formación de un gabinete de personas jóvenes -en su mayoría profesionistas- proyectaban una imagen de dinamismo y simpatía, sin embargo muchas de las aspiraciones que tenían los mexicanos desde la época del “Porfiriato”, de nueva cuenta no se cumplieron, entre otras cosas por la falta de una democracia que fue reprimida con elecciones fraudulentas y autoritarismo, que sólo fortaleció a los gobernantes y a la imagen presidencial, todavía más sofisticado y rudo que el de muchos antiguos emperadores del imperio azteca. Los caminos políticos para dar esos resultados de una clase cada vez más poderosa, fueron el sometimiento de los gobernadores a los deseos presidenciales, la eliminación de las tendencias izquierdistas entre los obreros y la expulsión de los elementos comunistas del PRI, algo también de moda en los E.U., pero a la mexicana, con algunas muertes y encarcelamientos de varios intelectuales y artistas.

Por aquel entonces la purga en la CTM (Central de Trabajadores de México) y la colocación del que sería el mayor y más duradero líder (Fidel Velázquez), le dieron una tranquilidad y poder económico a la clase política en funciones, con proyectos que también gozaron de acuerdos incondicionales de los militares, a quienes previamente ya se les había neutralizado, como lo comentamos cuando tratamos el sexenio del general Ávila Camacho. Con el Lic. Alemán, se concretaron muchas de esas políticas de convencimiento, aún con mayores beneficios para el sector castrense, como la creación del Hospital Militar, el Banco del Ejército y la construcción de zonas residenciales para los altos mandos.

Para don Miguel, el binomio campo-industria eran fundamentales para el desarrollo del país, por ello el reparto agrario entró en un letargo con la modificación del Artículo 27 constitucional, favoreciendo a las inversiones privadas que se sentían seguras mediante certificados de inafectabilidad. Su apoyo al campo fue tal, que representó el 20% del presupuesto federal de egresos en casi todos los años de su mandato, obteniendo un crecimiento sostenido de productos como el azúcar, frijol, maíz y trigo. Tocante a la industria, el sector más favorecido fue el manufacturero, a los que dio facilidades para su modernización. Les otorgó en un principio exenciones fiscales y los salarios los mantuvo sin mayores aumentos. Por ello la producción creció, junto con el consumo, aunque no todo se producía en el país, por lo que varios insumos todavía se tenían que importar.

Se puede afirmar que a partir del inicio de su gestión, también se inicia el desarrollo industrial del país. Por su parte, la mayoría de los historiadores hasta la fecha, señalan que su sexenio se distinguió por mostrar dos caras: la del crecimiento y la de corrupción. Prueba de la primera cara, entre otras muchas obras de importancia que él inauguró, se cuentan: el del aeropuerto internacional de la ciudad de México (29 de noviembre de 1950); el 4 de abril del mismo año, se realiza la primera transmisión televisiva por el canal 4 (XHTV); un año después en 1951, se inician las obras de la plaza monumental de la Basílica de Guadalupe y el 20 de noviembre de 1952, también inaugura Ciudad Universitaria y en el mismo año el Auditorio Nacional; construyó varias carreteras y amplió las vías férreas; mandó a entubar el río de La Piedad, para la obra magna del viaducto capitalino que lleva su nombre; el trazado y hechura de la Av. División del norte y la ampliación de Insurgentes; además del primer multifamiliar (1949), que para no perder la costumbre, lleva también su nombre; se inician los trabajos de la Torre Latinoamericana y del fraccionamiento del Pedregal de San Ángel.

Pero no todo resultaba oropel, pues la inflación dio sus primeros pasos desde el momento en que el gobierno se embarcó en tantos macro proyectos, desplegando ante los desequilibrios financieros que se veían venir, un fuerte control fiscal y el aumento desproporcionado de impuestos. Otras medidas como el control del circulante, tampoco dieron resultado y las reservas internacionales con que contaba el país se redujeron, haciendo que el peso que valía $4.85 por dólar, se devaluara a $8.65. No obstante esa dramática pérdida del peso frente al dólar, ayudó a las finanzas del país, pues se redujeron las importaciones y se hicieron más atractivas las exportaciones.

En el plano internacional, el régimen del Presidente Alemán trataba de obtener créditos del extranjero para fortalecer a las industrias, sobre todo las del estado, como la petrolera y la de los ferrocarriles. Al surgimiento de la “guerra fría” entre su vecino del norte y la URSS, México se alineó con su ex aliado de guerra, pero surgieron problemas ya que los trabajadores que tenían permiso para trabajar mientras duró la conflagración mundial, fueron despedidos y repatriados. Las relaciones se tensaron entre los dos gobiernos, y sólo fue con la entrada de E.U. a la guerra con Corea (1950), que se permitieron ciertas entradas de mexicanos, a los que se les empezó a llamar braceros. También en el plano internacional, se recuerda el reconocimiento de México al Estado de Israel.

No cabe duda que a México lo renovó, impulsó una clase media que duraría varios sexenios; clase social que entre otras cosas, trataría de emular cada vez más la vida confortable de sus vecinos del norte, originando una etapa de consumismo y contrabando de todo tipo de artículos, muchos de ellos superfluos, pero que marcaban la moda o supuestos adelantos surgidos en el transporte y enceres caseros. También en lo interno, es de señalar que otorgó el voto a las mujeres en elecciones municipales y abrió el nuevo rostro de su país al turismo, mediante varias e importantes infraestructuras en el puerto de Acapulco, que le dieron fama mundial y mayor entrada de divisas.

Lamentablemente con el autoritario y fortalecido presidencialismo, se iniciaría otra gran industria sumamente productiva en manos de los hombres del poder. De esa combinación de progreso y corrupción, destacaría como supremo y amoral maestro, nada menos que el propio Presidente de la República. Las enormes riquezas de sus allegados, y sobre todo la personal, se lograron mediante la mezcla de negocios familiares con los del gobierno; por ello y desde entonces, la mala fama de los políticos mexicanos -dentro y fuera del país- tiene fundamento; como también lo tiene la famosa institución de “La mordida”, efectivo instrumento usado en la mayoría de las capas del poder en México, para el bienestar de todo funcionario o burócrata que se respete, y por ende, que pueda ser respetado. Desde entonces, la palabra pudor ya no se encuentra registrada en los diccionarios de esta casta privilegiada, y la otrora tan llevada y traída vocación de servicio, tristemente es sinónimo de riqueza desmedida.

Tiempos de progreso y mano dura los de Alemán, pero también la época en que se sentarían las bases para un informe presidencial cada 1° de septiembre, leído por un hombre investido, ya no con un impresionante penacho -sinónimo de alta jerarquía en el pasado indígena-, sino con una decorosa y bella banda, que en lugar de honrarla, lo convertía automáticamente, sin considerar excesos, rapiñas o carencias ante los ojos de sus gobernados, en un ser a toda prueba intocable, al que se le debería de rendir culto y al que no pocas veces, mareado por esas burbujas que da el tipo de poder que él mismo instauró, anheló perpetuarse en la silla presidencial, despertando la fuerte oposición de Lázaro Cárdenas, un expresidente de tendencias socialistas, para colmo de extracción militar, que paradójicamente -tal vez por mantenerse callado, o por creer que era de su misma condición- no quiso o no pudo neutralizar. Por fin las altas esferas del partido, designarían como candidato a Adolfo Ruiz Cortines, otro civil y de nuevo veracruzano, que traería un nuevo ritmo de bamba al país.

Efectivamente a Miguel Alemán, se le cortaron las alas del poder presidencial continuo. Sin embargo en 1961, bajo la presidencia de Adolfo López Mateos, reapareció con el cargo de presidente del Consejo Nacional de Turismo, cargo que desempeñó con mucha eficiencia.

Continuará…

Acerca de Jacobo Contente

Egresado de la carrera de Contador Público del ITAM, por varios años trabaja en la industria de la confección, transformación y la industria editorial.Es de destacar su actividad en organizaciones comunitarias judías mexicanas entre ellas la Comunidad Sefaradí y el Comité Central. Al mismo tiempo se dedica a la edición de varias publicaciones como la revista "Emet" (1984); periódico "Kesher" (1987) y "Foro" en 1989.Dentro del campo intelectual siempre ha tratado de mantener vigente la Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México y por lo menos un medio escrito lo suficientemente amplio, con calidad y profesionalismo como lo es "Foro", para que más de 60 escritores de México y el extranjero expresen mensualmente a través de sus páginas los pensamientos e inquietudes que forman opinión dentro del gran número de lectores que hasta la fecha tiene.Dentro de esta misma práctica de edición, ha colaborado, cuidado y diseñado más de 40 libros de escritores e instituciones que se lo solicitan y tiene en su haber tres libros histórico-biográfico y de consulta, como el "Prontuario Judaico".

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