La ludopatía o juego compulsivo es considerado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como un trastorno compulsivo de la conducta que convierte a quien lo padece, en una persona incapaz de resistir el impulso de jugar. Asimismo porque se agudiza de forma crónica y progresiva hasta convertirse en una adicción con consecuencias de alto riesgo.
Del simple juego de azar a la ludopatía hay barreras apenas perceptibles, sobre todo cuando se fomenta la idea que jugando, una persona puede volverse rica de un momento a otro.
Jugar de manera compulsiva es una enfermedad de naturaleza progresiva que no puede curarse, pero sí detenerse y controlarse.
Psicológicamente, el juego de azar es un reto a la suerte, mediante el cual una persona proyecta sus esperanzas de cambiar mágicamente el futuro a su favor, o al menos de experimentar el placer del triunfo contra el riesgo del fracaso a pesar del sufrimiento que conlleva la incertidumbre.
La raíz de esta enfermedad no son las finanzas, sino las emociones.
Según investigaciones científicas, la ludopatía comparte varias similitudes con trastornos como el alcoholismo y la drogadicción, incluso a nivel orgánico.
En las fases más graves de esta enfermedad, el jugador solamente piensa en las apuestas, y entra en un estado de pánico; padece crisis, se olvida de su familia, amigos, pareja, trabajo, y aumenta sus riesgos legales por la cantidad de dinero que pierde y por la cantidad de préstamos que pide.
Como ocurre con otras adicciones, la ludopatía persiste a pesar de las consecuencias negativas y los conflictos que éstas provocan en el ámbito personal, conyugal, familiar y social del individuo, que por lo general se encuentran profundamente dañados.
El jugador comúnmente padece depresión, ansiedad, ataques cardíacos (consecuencia del estrés) o incluso ideaciones suicidas derivadas de la angustia y desesperación.
Es posible que el jugador, al haber perdido su empleo y arriesgado el bienestar de su familia, se termine viendo implicado en cuadros de violencia familiar, robos y estafas.
La ludopatía no es un problema de moral, es un problema de salud
En cualquier caso, el afectado es el último en reconocerlo, pues la negación viene adherida, por naturaleza, a todo comportamiento adictivo.
En México, así como en nuestra comunidad, no hay una cifra exacta de ludópatas, pues la mayoría de los adictos al juego no saben que lo son; siguen considerándolo como un simple vicio.
Todos los días hay personas que apuestan su patrimonio, su salud y a su familia por no aceptar que tienen un problema que va más allá de su control.
Si crees tener problemas con tu forma de jugar o conoces a alguien que los tenga, no sientas miedo de pedir ayuda. Acércate a nosotros y te haremos una valoración para determinar si necesitas tratamiento. No esperes a perderlo todo… En Umbral, la puerta está abierta.
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