Estoy sumamente agradecida por tener la familia tan extraordinaria que tengo. He sido bendecida y le agradezco a D’s por ello y también por cada uno de ellos, pidiéndole que siempre estén bien. Nada nos quitará esta enorme fortuna de ser tan unidos en las buenas y en las malas. Somos una gran familia y Gracias mi D’s por ver y tener está bendición!”.
Desde Inglaterra, Mary.
Conozco un sinnúmero de personas sumamente inteligentes, muchos de ellos en diversas áreas. Otros en una, pero son muy buenos.
El asunto es que algunos de ellos dicen ¡yo soy el más inteligente en lo que hago!, ¡no hay quién me llegue! ¡los demás son unos tontos! y otras frases muy aprobatorias para su ego.
La inteligencia emocional no es algo que se haya descubierto como tal. Hubo muchos autores que describían algo similar a la inteligencia emocional. Pero no fue hasta la publicación del célebre libro de Daniel Goleman cuando este término se popularizó. Describiéndolo muy bien.
Pero más allá de lo que dice el Goleman. Quisiera platicar un poco de lo que he visto de cerca en diferente edades y ámbitos.
Como seres humanos creemos por añadidura que somos más inteligentes que otros (o que la mayoría) pensamos que tenemos más inteligencia (intelectual) que los demás. Dato curioso porque muchas veces no es así.
Bueno, la verdad revelada es que ambas inteligencias: la intelectual y la emocional son igualmente importantes para tener éxito en lo que emprendamos.
De nada sirve que una persona tenga una carrera extraordinaria en determinada área: medicina por ejemplo si no tiene Inteligencia emocional. Y esto es algo con lo que va a ver todos los días en su carrera y en su vida porque tiene que tratar con otros seres humanos.
La inteligencia emocional tiene una relación intrínseca con las emociones y sentimientos.
Entonces aunque sea el mejor médico -por poner un ejemplo-, de nada le va a servir si es un incapacitado emocionalmente.
El mismo caso puede ser en abogados competentes intelectualmente ó directores de empresas ó en cualquier otro giro. No importa el área en el que se desempeñen.
Si carecen de la capacidad de control de sus emociones, de poder relacionarse adecuadamente en el ámbito social. Se van a encontrar “cojos emocionalmente”.
Una gran cantidad de gente no le pone la debida atención a este tipo de inteligencia porque lo ven como si fuera algo de psicólogos, gurús, hippies u otros.
Pero honestamente sino tenemos la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de proseguir con tesón a pesar de las posibles frustraciones, de controlar nuestros impulsos (enojo, ira, etc) de aplicar pautas a nuestros estados de ánimo, de evitar que la angustia entorpezca con nuestras capacidades de pensar, o si tampoco tenemos aptitudes de empatizar con las demás personas y de confiar en ellos; entonces no tenemos inteligencia emocional .
El grado de control que logre una persona sobre estas habilidades es determinante por lo cual ciertas personas prosperan en la vida mientras que otros, con un nivel intelectual similar o superior, acaban sin entender porque no fueron tan exitosos ó porque se encuentran sin soluciones. No importa sólo la inteligencia intelectual.
Debemos tener la capacidad de resolución de problemas emocionales, a los que seguramente les ponemos menos atención, porque no los consideramos tan útiles y efectivos: como tener una buena carrera, un buen promedio, un buen desempeño ó buena fama y dinero.
También es relevante lograr sostener en nuestro centro a nuestras emociones, más allá de las cosas desagradables que nos ocurran. Y si ocurren: tener las herramientas emocionales para poder resolverlas lo mejor que podamos.
Si queremos solucionar únicamente de forma intelectual los problemas: con la pareja, con los hijos, con los vecinos, con la gente de trabajo ó la forma de tratar a nuestros subordinados o compañeros. Sólo resolveremos una parte.
Ya que debemos tratar todos estos asuntos no sólo de forma lógica e intelectual, sino también responder emocionalmente de forma apropiada.
Como seres humanos tenemos diferentes esferas de inteligencia que complementan nuestra personalidad. Una de las esferas es la inteligencia intelectual, otra es la inteligencia emocional.
Lo ideal es tener ambas esferas de inteligencia dentro de un balance adecuado para que esto nos permita movernos en un mundo tan complicado y elaborado como el que estamos viviendo.
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