Sólo para poner un ejemplo de buenas cualidades, presentaremos una gran historia que sucedió con Rab Jaim Ozer, que en cierta ocasión caminaba por una calle acompañado de sus alumnos cuando se le apareció un Yehudí preguntándole dónde se encontraba determinada calle.
Sin tomar en cuenta que esa dirección se encontraba lejos de donde ellos se hallaban, y que el Rab iba en otra dirección, tomó al hombre del brazo y caminó junto a él durante media hora, hasta que llegaron al lugar buscado.
Preguntaron los alumnos al Rabino:
—¿Tanto era lo que tenía que hacer? ¿Por qué usted dedicó tanto tiempo acompañando a esa persona? Mejor le hubiera explicado hacia qué dirección debía dirigirse, y en el peor de los casos, si no encontraba la calle, podría haberle preguntado a otra persona en el camino. ¿Por qué tuvo que acompañarlo personalmente?
Contestó el Rab:
—¿Acaso no se dieron cuenta de que era tartamudo y sintió mucha vergüenza al dirigirse a mí para preguntarme la dirección? De no haberlo acompañado, quizá hubiera debido avergonzarse nuevamente para pedir ayuda a alguien más.
Seguro que, para evitar la vergüenza de un Yehudí, vale la pena recorrer un camino tan largo acompañándolo.
Esto no lo hace cualquier persona. Sólo quienes están dedicadas a imitar a Dios pueden llegar a estas categorías.
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