En pasados días recibí un ensayo filosófico de un entrañable amigo titulado: ¿Tiene la vida un objetivo?
En ese ensayo viene escrita la siguiente frase:
“La vida, es vivir, es continuar viviendo y el principal mérito de los padres, el principal triunfo, su principal gloria, no son: ni el dinero, ni el poder, ni la longevidad, ni la fama deportiva, científica o artística, etc. sino el cumplimiento de esa ley de la Biología”.
O sea la divisa aquí es vivir y continuar viviendo a pesar de, o en función a.
Me explico, vivir a pesar de derrotas, desgracias, accidentes…
En función a logros, triunfos, metas conquistadas…
La consigna única y la más importante desde el momento de nacer es vivir…
Vivir, no es fácil como quiera que se le vea.
El ser humano es un problema no resuelto desde todos los enfoques. Es una criatura perfectible y mortal; y el hecho de vivir una vida completa es el gran reto. Por la cantidad de inconvenientes que tiene.
Una característica de vida es que esta es contingente, insegura, con una justicia a veces muy difícil de entender.
Pero hay que vivirla esa es la consigna; desde luego se puede decidir no hacerlo…
El que el ser humano sea mortal nos dice mucho:
Que podemos ser destruidos, que si no queremos vivir la vida le podemos poner fin.
Que viviéndola, de antemano nuestro futuro es incierto, difícil, fatigoso; y que finalmente moriremos.
Quiero imaginar por un momento que la vida que hoy es un mandato, fuera una proposición; difícilmente la aceptaríamos…
Pero la vida, no es una proposición, hay que vivirla y por extraño que parezca es la mejor alternativa.
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