Cuando se piensa en luchar contra el terrorismo islámico siempre se asocia esto con alguna forma de violencia y el ejemplo por excelencia es el conflicto Israel-Palestina, siendo este toda una consigna de David contra Goliat.
Sin embargo como filósofa me he cuestionado este asunto -más allá de los presuntos esfuerzos que se hacen en diferentes ámbitos de la comunidad internacional- en cómo podrían brindar los intelectuales, posibles perspectivas para enfrentar esta guerra donde todos, queramos o no, formamos parte si toleramos este tipo de barbarie. Pero en el caso del terrorismo religioso, la realidad con la que se enfrentan miles de familias día tras día, es muy compleja. Y así lo han evidenciado países como Francia, España, Alemania, Inglaterra y Bélgica, entre otros, los que también han sufrido las secuelas de este mal, al igual que Estados Unidos y Argentina, para acercarnos más a nuestro continente.
No obstante, aunque algunos intelectuales respetables me dirían que este fenómeno es el resultado de la lucha de clases y de manifestaciones imperialistas que durante años y años han desencadenado una polarización en la sociedad donde la brecha social se ha vuelto extrema, además no habría que olvidar que estamos frente a una guerra santa, donde la idea de tu Di-s se impone sobre el mío en el caso de que seas creyente, o sobre la idea que no tengo del mismo, así que no busco respuestas sobre que está supuestamente bien o mal en este conflicto, porque si hemos llegado hasta este punto, es porque TODO ESTÁ MAL.
Sin embargo, a pesar de lo anterior todavía hay esperanza y sentido común, Siendo un ejemplo de ello el trabajo realizado en concreto por la abogada israelí Nitsana Darshan-Leitner, pionera en la lucha civil sin violencia contra el terrorismo de los enemigos de Israel, como representante de cientos de víctimas en casos contra Hamas, la Jihad Islámica, Hezbolá y la Autoridad Palestina; también en países como Irán, Siria y Corea del Norte, además de instituciones financieras en el Líbano, Canadá y China, siendo su campo de batalla los tribunales israelíes, europeos y norteamericanos, presentando demandas civiles masivas para detener el flujo de dinero que financia al terrorismo.
Inspirándose así en los casos del Estado de Alabama en su lucha contra grupos racistas en los Estados Unidos y ganándose de esta forma el respeto de muchos, siendo bien nombrada “La litigante temeraria,” ya que también defiende a las víctimas en Palestina de la misma forma que defiende a las de Israel. Incluso demandó a la Unión Europea en relación con transferencias financieras realizadas a la Autoridad Palestina que según se afirma ayudan a financiar el terrorismo.
Y la semana pasada visitó Costa Rica como dirigente de la organización Shurat Hadin, para impartir varias conferencias sobre el tema desde una perspectiva no violenta, en una lucha inteligente por “pellizcar” un poco de dinero, como ella misma lo ha reconocido, a los peces gordos del terrorismo islámico, exponiendo la conferencia “El terrorismo en bancarrota, un juicio a la vez” en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica y en el Centro Israelita Sionista de Costa Rica, a través de una manera distinta de combatir este mal que no solamente afecta a Israel, sino también pone en peligro a cualquiera que haga público su repudio frente a la violencia irracional en un mundo, donde la intolerancia religiosa es cada vez más evidente.
Es por ende nuestra responsabilidad el buscar mecanismos alternativos, en donde este tipo de violencia sea contenida sin que haya más víctimas y sangre derramada en nombre de la fe, ya que el mayor problema de una sociedad es el hecho de que sus ciudadanos no piensen y crean justificados este tipo de actos, sin mostrar respeto a nada ni a nadie, destruyendo o imponiendo una supuesta cultura sobre otra, como ya ha ocurrido en tantas ocasiones a lo largo de la historia.
San José de Costa Rica, 20 06 2015
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