Y, ¿Beth Israel…?

Por:
- - Visto 2674 veces

Ya casi no me acuerdo de Beth Israel. No es que se me hayan olvidado por completo los años en que Pauline y yo, acudíamos a los “servicios” religiosos de cada viernes, primero con Rabi Lerer y luego con Rabi Palti Somerstein, el argentino que cambió la vida de muchas personas, incluyendo la nuestra.

Allá por el rumbo de Virreyes, en la casa que fuera Embajada de Japón antes de mudarse a su flamante edificio de Lerma y Paseo de la Reforma y cuyo título de propiedad se mantuvo siempre en el más absoluto misterio -vaya usted a saber por qué- es un espacio que, por aquellos años, lo mismo servía para Shul, Bazar o aguerrido escenario de los más concurridos torneos de Bridge.

Me acuerdo que había una biblioteca con su galería de fotos de expresidentes que servía para las juntas de la directiva; una enorme cocina y las discretas oficinas del Rabino, en el piso de arriba, con su mesa de juntas repleta de libros, varios libreros y un escritorio de madera bastante gastado. Abajo, la administración, con dos secretarias para atender los variados oficios de los socios, la entrada principal -abierta sólo en ocasiones- y la posterior, con un siempre adormilado policía a cuyo criterio quedaba si la gente entraba o no. Ah sí, y un arco detector de metales que creo que nunca funcionó.


La fachada consistía en una serie de muros aplanados sin mayor gracia, alternando con celosías que ocultaban a medias unos magníficos vitrales de Nierman y, al frente, un pequeño jardín -ahora bardeado- donde el Rabino construía cada año la Sucá que ciertos socios no cesaban jamás de criticar. A la Sucá y al Rabino.

Invitado a participar en la Mesa Directiva, pomposamente llamada “el Board”, los socios convocados en asamblea, con cena RSVP y toda la cosa, me aceptaron de inmediato, excepto por uno, con nombre de museo del centro, bastante hosco y gruñón, quien se encargó de hacerme la vida miserable mientras pudo. Pese a todo, serví durante varios años con gran satisfacción.

Mucha agua corrió por ese río que, de pronto, se salió de cauce. Frente a un “acuse de faltantes”, el presidente no supo “meter las manos al fuego” y al Rabino -a quien algunos querían quemar con leña verde o ya de perdida aplicarle tehuacanazos y mandarlo de regreso a las Pampas- no obstante que la Asamblea Rabínica ya lo había exonerado totalmente, le inventaron un juicio sumario presidido por varias autoridades rabínicas y el propio presidente del Comité Central.

¿A quién creen que el Rabino nombró como su abogado y consejero para ese juicio? Exactamente. Como diría el poeta Eduardo Feher, aquí a su charro negro.

Así que lo defendí como mejor pude, con fortaleza y equidad, y curiosamente, ganamos. Bueno, él ganó, y aunque lo inhabilitaron por unos años -me parece que por miedo a que abriera una nueva Comunidad y se llevara a la gente- su patrimonio se hizo un poco más fuerte y su nombre un poco más limpio. No puedo decir lo mismo del mío puesto que nadie de Honor y Justicia volvió a dirigirme la palabra -como si hubiese sido una consigna- y tampoco nadie del Templo me invitó “a seguir siendo socio” -cosa que de todas maneras nunca hubiera aceptado- así que, desde entonces, me refugié en el Shtetl de Álamos donde verdaderamente me encuentro a gusto, lejos de mesas directivas y decisiones ejecutivas. No sé por qué, pero tengo la impresión de que aquel desliz financiero -como hay muchos- se convirtió en un capricho político -como hay tantos- y derivó en una purga que ni el propio Stalin hubiese podido llevar a cabo tan acertadamente.

La vida judía en la Ciudad de México siempre ha sido muy polarizada. Por un lado están los conservadores y los conservadores “light”. Por el otro, los ortodoxos, los muy ortodoxos y los ultra-ortodoxos que de todas formas jamás van a leer este artículo… ¿Y en medio? Allí estamos nosotros, póshete mentchn, personas que reímos y soñamos con Tevye -el del Violinista en el Tejado- porque de alguna manera somos Tevye, permanentemente preocupados, entre otras cosas, por juntar el minián, a pesar de la hora, del tráfico y de la propia gente.

Por cierto, allá en Álamos no vemos muchas personas “de traje y corbata”, ni tenemos un jazán que haga temblar los cristales del candelabro, pero lo que sí tenemos es corazón. Chavos jóvenes que se toman muy en serio su papel y con sus voces, a veces titubeantes, nos regalan un poco de su amor por el Shul y nos hacen sentir que pertenecemos.

En verdad somos una enorme familia de bnei-Israelitas en el exilio, que en lugar de mantenernos unidos y hermanados nos comportamos casi como tribus, hablamos distintos idiomas -idish, ladino, árabe, francés, hebreo, español o algún otro- y leemos rezos iguales pero con tonadas diferentes, eso sí, cada tribu empeñada en hacer ver a las demás que sólo la suya es “la verdad” y que sólo ella “tiene la razón y el camino al paraíso”.

Y, ¿Beth Israel? Me da pena decirlo, pero ya casi no me acuerdo.

Acerca de Luis Geller

Arquitecto de profesión; diplomado en Estética e Historia del Arte, además en Artes Visuales y Factor Humano, ha dedicado gran parte de su vida a la escritura. Es autor del libros como "México Lindo", "Los Niños de México", "¿Hablan los Ángeles" y "Alberto Misrachi, El Galerista". Ha destacado en el medio teatral no sólo como actor, sino con varias obras propias y originales adaptaciones. Ha escrito más de 650 guiones para el medio audiovisual, cuentos cortos, reportajes y artículos periodísticos.Independiente a sus múltiples actividades mencionadas escribe para la revista "Foro" una columna bajo el título "Historias de Ciudad".

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: