Alegría en tiempos difíciles. Reflexión.

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                                 Canción de las gradas. Por David. Me alegré cuando me dijeron:
                                  “¡Vamos a la casa de Hashem!”.
                                               Salmo 122 versículo 1.
Las características del servicio.
Vivimos una época pletórica de convulsiones y oscuridades, y tanto el individuo como el conjunto, hoy más que nunca vive bombardeado por mucha información que tiende a deprimirnos y estresarnos en ocasiones hasta el infinito.
Sea información real o amplificada o magnificada o tergiversada, tiende a golpear nuestra alma y nuestro soma(cuerpo), ocasionando un bajón en nuestro ánimo, en nuestras fuerzas y voluntad, y hasta en nuestra inmunología o defensas corporales.
Y la cuestión es: ¿de dónde podemos abrevar o extraer esa energía positiva, que nos impulse siempre hacia adelante contra viento y marea?. Soy de aquellos convencidos que el judío no tiene opción, y no cuenta con la posibilidad de caer en la desesperanza.
Alegría y servicio a Hashem.
Cada día se vuelve más evidente, que el hombre solo puede obtener una alegría genuina solo ocupándose del servicio a Hashem. Y que claro y transparente resulta que esta pandemia, ha puesto muchos límites a salidas a clubes y fiestas, viajes y otras reuniones sociales. Obvio, haciendo abortar o decapitando de raíz esquemas de vida que muchos iehudim tenían incorporado desde hace décadas como forma de transcurrir los tiempos ya estructurada desde siempre.
Abruptamente nos hemos visto limitados en nuestra capacidad de maniobra, y aún las cosas vanas y de tantas otras banalidades ya no alcanzan a muchos para llenar ese famoso vacío existencial (simplemente han desaparecido o se encuentran entre los rubros prohibidos o restringidos). Algunos autores describen esta época como el tiempo del miedo y la ansiedad, y la tecnología nos permite comunicarnos siempre las 24 horas, pero con la condición de que haya distancia física de por medio.
La Torá, el manantial.
Hoy por hoy, las personas golpeadas por una pandemia larga, encerrados y recluidos en sus propios hogares, tienen el tiempo de repensar sus vidas y también las opciones de existencias posibles. Muchos se guardan o acatan ser compactados en el closet, esperando las promesas de vacunas milagrosas y rezando para que no eclosionen nuevas cepas virales que pongan en jaque una ya malograda forma de subsistencia que cada día semeja mas la triste vida en los guetos nazis.
Lejos de mermar, la luz de la Torá se acrecienta como la única y genuina tabla de salvación para un ser humano totalmente alienado, frustrado, y hasta castrado como ser gregario y social.
Ahora, muchos llegamos a comprender, que solo en el servicio a Hashem, encontramos el surtidor que nos va a proveer de ese combustible que podemos designar como ese “oxígeno vital o aire puro para respirar”.
La Ley de Moisés es la única fuente de poder encontrar alegría y despertar en nosotros un amor genuino por nosotros (y los nuestros) y los unos por los otros (aún en medio de realidades tan oscuras que nos impresionan imposibles de enfrentar). Y llegados a este punto cito la frase:  “Alimenta tu alma de amor, y tus miedos morirán de hambre”. Y solo el judaísmo es el carril o sendero concreto y real y cierto que, mediante su práctica, limita un egoísmo hipertrofiado, y le permite engancharse (en pensamiento, palabra y acción) en una verdadera empatía por sus hermanos y semejantes.
Receta histórica. Final.
La del Rey David, en el Salmo 122 donde sentencia, que la alegría solo brotaba cuando iba a la casa de Hashem (el Templo de Jerusalén en tiempos bíblicos), y en el presente se direcciona a la concurrencia a Sinagogas y casas de estudios.
No puedo negar que hay otras recetas o alternativas, pero sería conveniente no solo apreciar “la cáscara” o el “packaging”, sino, poner el foco en las consecuencias a corto, mediano, y largo plazo, de habernos equivocado en nuestro impulso inicial.
Hablando en criollo, “toda pifiada”, tiene un costo. Y el que esto escribe anhela que pongamos la mira en la decisión correcta, y solo de esta manera podremos beber de esa agua pura de un manantial cuyas aguas brotan y se renuevan constante y eternamente.

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