Que una persona haya sufrido la enfermedad de Alzheimer no significa que sus hijos también la vayan a desarrollar. En la mayoría de los casos el Alzheimer no es una enfermedad hereditaria.
La genética puede influir y actuar como un factor de riesgo, pero no es determinante para su aparición. En el riesgo de desarrollar la enfermedad también influyen otros factores, vinculados a aspectos ambientales, a la forma de vida o a la presencia de otras enfermedades. De hecho, el principal factor de riesgo para desarrollar Alzheimer es la edad. Hay que tener en cuenta que menos del 1% de los casos de Alzheimer son debidos a una variante genética y hereditaria.
En un cerebro con Alzheimer se produce una pérdida de neuronas provocada por dos tipos de alteraciones: la acumulación de placas de proteína beta-amiloide (antes llamadas ‘placas seniles’) y de ovillos neurofibrilares de proteína Tau. Estas placas y ovillos afectan al funcionamiento de las neuronas y acaban conduciendo a su muerte.
Estas placas, sin embargo, también pueden estar presentes en el cerebro de personas que no presentan síntomas, particularmente en edades avanzadas. Se desconoce la razón precisa por la que unas personas resisten más su acumulación. Lo que podemos afirmar es que en todos los casos de Alzheimer se constata la presencia de placas de amiloide en el cerebro.
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Hoy en día todavía desconocemos cuáles son las causas que originan la enfermedad de Alzheimer. Pero lo cierto es que cada vez son más las evidencias que apoyan la tesis de que no hay una única causa, sino que son varios los factores que, en mayor o menor medida, pueden incidir en su posible desarrollo.
Sabemos que la edad y ciertos aspectos genéticos, aunque no son determinantes, pueden influir en el desarrollo de la enfermedad. Son aspectos que no podemos cambiar, por lo que se consideran factores de riesgo no modificables. Pero existen otros factores de riesgo que sí que son modificables, por lo que está en nuestra mano poderlos cambiar adoptando unos hábitos de vida más saludables.
Múltiples estudios apuntan a que para mantener nuestro cerebro en forma debemos controlar los factores de riesgo cardiovascular. Para ello, será de gran ayuda el llevar una alimentación equilibrada, practicar ejercicio físico de forma regular y realizar todos los controles médicos necesarios. Además, mantener una vida social activa y estimular nuestra mente con nuevos retos y aprendizajes nos ayudará a tener un cerebro más sano y a reducir las posibilidades de desarrollar enfermedades como el Alzheimer.
Que una persona haya sufrido la enfermedad de Alzheimer no significa que sus hijos también la vayan a desarrollar. En la mayoría de los casos el Alzheimer no es una enfermedad hereditaria.
La genética puede influir y actuar como un factor de riesgo, pero no es determinante para su aparición. En el riesgo de desarrollar la enfermedad también influyen otros factores, vinculados a aspectos ambientales, a la forma de vida o a la presencia de otras enfermedades. De hecho, el principal factor de riesgo para desarrollar Alzheimer es la edad. Hay que tener en cuenta que menos del 1% de los casos de Alzheimer son debidos a una variante genética y hereditaria.
En un cerebro con Alzheimer se produce una pérdida de neuronas provocada por dos tipos de alteraciones: la acumulación de placas de proteína beta-amiloide (antes llamadas ‘placas seniles’) y de ovillos neurofibrilares de proteína Tau. Estas placas y ovillos afectan al funcionamiento de las neuronas y acaban conduciendo a su muerte.
Estas placas, sin embargo, también pueden estar presentes en el cerebro de personas que no presentan síntomas, particularmente en edades avanzadas. Se desconoce la razón precisa por la que unas personas resisten más su acumulación. Lo que podemos afirmar es que en todos los casos de Alzheimer se constata la presencia de placas de amiloide en el cerebro.
Hoy en día todavía desconocemos cuáles son las causas que originan la enfermedad de Alzheimer. Pero lo cierto es que cada vez son más las evidencias que apoyan la tesis de que no hay una única causa, sino que son varios los factores que, en mayor o menor medida, pueden incidir en su posible desarrollo.
Sabemos que la edad y ciertos aspectos genéticos, aunque no son determinantes, pueden influir en el desarrollo de la enfermedad. Son aspectos que no podemos cambiar, por lo que se consideran factores de riesgo no modificables. Pero existen otros factores de riesgo que sí que son modificables, por lo que está en nuestra mano poderlos cambiar adoptando unos hábitos de vida más saludables.
Múltiples estudios apuntan a que para mantener nuestro cerebro en forma debemos controlar los factores de riesgo cardiovascular. Para ello, será de gran ayuda el llevar una alimentación equilibrada, practicar ejercicio físico de forma regular y realizar todos los controles médicos necesarios. Además, mantener una vida social activa y estimular nuestra mente con nuevos retos y aprendizajes nos ayudará a tener un cerebro más sano y a reducir las posibilidades de desarrollar enfermedades como el Alzheimer.
Súper interesante e importante
Saber !
Gran apoyo !!
Me encantan sus comentarios !
Y nos ayudan mucho sus apoyos
Para nuestra Salud !!
Excelentes comentarios !!