En la realidad médica actual, es notorio observar que persisten ideas vagas o equivocadas acerca de la enfermedad mental y hay quienes dentro de este vasto panorama que muestran desinformación.
Por ejemplo, en relación a la depresión existe la idea de que hace su aparición en personas incapaces para enfrentar la vida, o la consideran como una debilidad de carácter opinión que puede ser válida en depresiones leves más es totalmente inadecuada para una depresión severa acompañada de estupor o delirio, situación que puede llevar a la persona a poner en peligro su vida.
Gracias a las recientes investigaciones dentro del campo de la enfermedad mental y una mayor comprensión desde la neurociencia ha permitido revolucionar el diagnóstico y manejo de las mismas, esta nueva postura científica requerirá que los investigadores adopten actitudes abiertas basadas en evidencia y no en los prejuicios como ha sido vista y estudiada la enfermedad mental.
En sí, el término de enfermedad mental está arraigado en la historia de la medicina y señala a todos los trastornos mentales diagnosticables.
Estos trastornos se caracterizan en general por alteraciones de la cognición, la emoción, el humor o aspectos del comportamiento humano más elevados tales como la interacción social, o la planificación de actividades futura, la subjetividad y otras están mediadas por el cerebro, ante ello todo lo relacionado con el comportamiento, o actividad mental tiene que ver con el buen o no funcionamiento cerebral. Alteraciones que varían según edad, sexo, raza o cultura.
¿En qué continuum se pasa de lo normal a lo patológico? La línea divisoria, a la fecha, la da la severidad de los síntomas, su duración y el deterioro funcional.
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