El otro es aquel que es diferente, que no es como yo y se comporta en forma que yo no comprendo, pero sin embargo me pone a pensar en mis reacciones y conductas. El otro se presenta como alguien a sojuzgar o humillar por su diferencia; es visto como un adversario no como un colega. Lo propio es lo bueno lo del otro es malo.
Ese otro muchas veces sirve para ser castigado cuando hay que escoger a alguien y la lealtad con aquellos que pensamos que son como nosotros nos obliga a delatar a ese otro. Esos diferentes pueden ser chivos expiatorios cuando las cosas se tuercen y hay que encontrar culpables.
Cuando buscamos un culpable lo hacemos sin pensar en nuestros sentimientos y lo único que buscamos es salir lo mejor librados del problema. Así, los amigos se pueden convertir en enemigos y así librarnos de cargar esos paquetes pesados y desagradables.
El otro es harina de otro costal, pensamos que viene de la luna o más lejos aún. Ignora como funcionan nuestras mentes y cuales son nuestras costumbres. Lo más sencillo es pensar que lo correcto es lo nuestro, por lo que ni siquiera permitimos ver lo diferente sin juzgarlo ni tener que cambiar lo propio. Todos podemos convivir cada uno con sus propios estilos sin necesidad de ganar una competencia, de escoger una sola razón.
A veces es mejor no saber que saber. La ignorancia es más premiada que el conocimiento. Para ofuscar la mente bastan la ira y el odio. Los mejores se pueden convertir en los peores y viceversa. Habló de los renegados que se burlan de lo que vivieron o están resentidos por no haber tenido; los ateos de la fe, el comunista de sus familias burguesas y el arribista de los que no han escalado como el lo ha hecho.
Sabemos que la fantasía del otro es ser como aquellos que lo juzgan; vislumbran en el futuro un refugio decorado con símbolos y adornos del éxito, una sensación de seguridad como jamás han experimentado antes, la comodidad de unirse a la mayoría y por fin ser considerado una persona normal. No importa la traición si obtengo ventajas.
Los que llegan de otro país son vistos con prejuicio por los nacionales y estos a su vez son críticos con lo que están viendo. Unos y otros se sienten enemigos y con el derecho de juzgar al de enfrente en vez de retomar sus costumbres para tener un mejor acomodo mutuo. Se odia al otro por lo que es y no se tiene la capacidad de valorar lo que si es. Para proteger nuestra imagen despreciamos a ese otro que no es como yo. No hemos aprendido a valorar la diversidad y darle valor a lo diferente. ¡Yo estoy bien y tú también!
Pertenecemos a un grupo no sólo porque nacimos en él sino porque vemos el mundo y ciertas cosas del mundo en la misma forma. El significado que damos a ciertos conceptos tiene que ver con lo que hemos aprendido sobre él desde pequeños.
Preguntamos: ¿Quieres una copa de vino? Para un francés es un gusto y se siente halagado, para quien lo tiene prohibido hará un gesto de desagrado como forma de lealtad a su grupo de pertenencia. Interpretamos con códigos que son parte de nuestra comunidad y aprehendidos desde pequeños.
Ese otro del que hablamos se refiere a personas que por tener un origen étnico diferente, rasgos antropológicos distintos a los nuestros, pertenecer a grupos sociales y económicos diferentes, discrepan de nuestras creencias; a esos que nacieron en un lugar diferente los tratamos en forma hostil, con desprecio. Las peores manifestaciones de este fenómeno han llegado a provocar linchamientos, guerras y genocidios.
En esta división es importante observar cual de los bandos tiene el poder ya que lo va a ejercer cuando sea necesario. El miedo ante los verdugos transforma a los amigos en víctimas y los que pensaba que eran como yo se convierten en monstruos para salvar su piel.
Se busca el nosotros para romper con los fantasmas internos y conseguir una paz interna que le permita no sentirse diferente. Juego de refracciones entre el nosotros y los otros.
Los que están en esa situación han aprendido a vivir jaloneados o desgarrados entre dos polos. Por un lado tienen restos del pasado y por el otro tratan de ser como los demás para sentir que son normales. La búsqueda final es ese nosotros que busca romper con los fantasmas internos y conseguir un bálsamo para el alma que está cansada de ser siempre diferente. Por el color de la piel, por el lenguaje, por la religión, por tener apellidos difíciles de pronunciar y más
Todo el que siente curiosidad por darle un significado a la vida se ha preguntado al menos una vez por el sentido del lugar y el momento en que ha nacido. ¿Qué significa que yo haya nacido en tal fecha en tal rincón del mundo?
Parece que tenemos un largo camino para aprender a ser tolerantes y respetuosos con los otros, los diferentes a mí y a mi grupo. Encontrar las semejanzas en vez de apuntalar las diferencias.
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