Si todos los niños que nacen en México durmieran boca arriba en su primer año de vida, se evitarían más de mil 500 muertes de infantes sanos al año: entre 50 y 80 por ciento de las muertes causadas por lo que el uso llama sobre todo “muerte de cuna”.
¿Cómo es que un pequeño muere así? Un bebé está dormido; puede ocurrir que sus vías respiratorias se obstruyan digamos con la almohada, o con el peluche de un muñeco, o con una cobija, o debido a un colchón demasiado blando en caso de que el bebé se encuentre boca abajo. La presión arterial desciende, lo mismo que la oxigenación del cerebro; esto puede adormilar a la criatura hasta provocar asfixia. La gran mayoría de los niños pequeños tiene los reflejos necesarios para voltear la cabeza y despejar sus canales respiratorios; se deriva de que producen un neurotransmisor llamado serotonina. Pero no todos lo desarrollan y algunos padecen lactancia vulnerable; en el mundo, la tasa de mortandad oscila entre 0.4 y 1.5 por cada mil nacidos. No se sabe por anticipado cuál bebé carece de esa capacidad: son niños y niñas perfectamente sanos y no hay síntoma que dé aviso.
La recomendación de cómo dormir a los bebés ha ido variando: hechos “tamal”, muy tapados, boca abajo, de ladito. Desde 1992 la Academia Americana de Pediatría señaló que la posición correcta es acostarlos boca arriba. Desde que se adoptó esa posición se han evitado entre 50 y 80 por ciento de las muertes de cuna y no ha habido ninguna por bronco aspiración. En cuarenta países los resultados favorables han sido los mismos. En México los pediatras más conscientes lo confirman y participan para que los niños duerman en la posición correcta.
Aunque parece un hábito sencillo, en México su puesta en práctica no se ha cumplido cabalmente: como tantas otras cuestiones del cuidado de nuestra salud, se pierde en un mar de informaciones encontradas, usos y costumbres. Los nuevos padres siguen las “consejas” de sus cercanos o de personal que no siempre está actualizado.
En México persiste el problema. La última encuesta realizada a pediatras por el doctor Romeo Rodríguez, uno de los especialistas más reconocidos en la materia, arrojó que sólo 25 por ciento de los encuestados recomienda la posición correcta para dormir a los menores: boca arriba.
El Seguro Popular de México conoce de este galimatías y se da a la tarea de instrumentar una estrategia que revierta tal situación. Varios estudios mostraron que no era un tema en el que bastara con hacer trípticos, pósters y anuncios; se requería un modelo a contracorriente de los patrones de conducta más arraigados para cambiarlos y hacer que el individuo eligiera adecuadamente. Como parte fundamental para tutelar el derecho a la salud de nuestros afiliados, se diseñó un modelo formativo de conductas dentro de un ambicioso proyecto para generar habilidades para la vida.
Sé muy bien que los proyectos y programas que emanan de los diferentes gobiernos, y sobre todo que nosotros mismos como funcionarios gubernamentales hablemos de ellos, provoca dudas cuando menos, por tanto expongo algún resultado inmediato del proyecto piloto que iniciamos en San Luis Potosí, Campeche y Sonora, con el cual se formó a más de 18,000 mil mujeres embarazadas y mil 465 médicos, enfermeras, personal de salud y promotores; entre el personal médico aumentó un 223 por ciento la intención de informar sobre la posición correcta del niño al dormir. Se pasó de un 26 a un notable 84 por ciento.
Durante 2009 en México murieron 28 mil 988 menores de un año; evitar la muerte de cuna disminuiría la mortalidad en menores de un año hasta casi un seis por ciento. En la salvación de vidas de niños sanos ningún actor de la sociedad mexicana puede quedar fuera; sector salud, padres y madres, medios de comunicación: todos debemos hacer nuestra parte. Es sencillo y profundo: dormir a nuestros niños boca arriba puede prevenir la muerte de mil 500 bebés. La “muerte de cuna” no es algo “natural” sino absurdo por ser tan evitable. Evitemos a nuestra vez que imponga su dominio.
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