En los cinco libros del antiguo testamento de la Biblia, se puede ver la grandeza de Dios.
Al leer cada uno de estos cinco libros, en cada capítulo, en cada párrafo, en cada frase, en cada palabra, y hasta en cada espacio, se encuentran los grandes misterios de la Creación de Dios, y de sus motivos, con respuestas infinitas a preguntas eternas.
Pero quizá uno de los episodios más relevantes de toda la Biblia, en el que se encuentra el verdadero significado de la grandeza de Dios, es en el que le pide a Abraham que lleve a su hijo Yitzhak al Monte Moríah, para ofrecérselo en sacrificio, como una de las pruebas más imposiblemente difíciles de imaginar, y de realizar.
Lo más trascendente de ésta petición de Dios a Abraham, es que se la pide por favor.
Así dice el versículo en hebreo de cuando Dios busca a Abraham y le dice:
“Kaj Na et binja, et yehideja, asher ahabta, et Yitzhak…”
Qué significa: “Toma por favor a tu hijo, al que más quieres, al que amas, a Yitzhak…” y continúa Dios pidiéndole a Abraham que vaya sólo con su hijo al Monte Moríah, para ofrecérselo en sacrificio, y es ahí donde encuentran al carnero al que finalmente ambos sacrifican, y del que uno de sus cuernos sería el shofar que se tocará el día de la redención.
Sobre el Monte Moríah el Rey Salomón construyó el gran templo: Beit Hamikdash, que en la actualidad se encuentra resguardado por la mezquita de la cúpula de oro, en la ciudad antigua de Jerusalem.
Dios le pidió como favor a Abraham, aún teniendo en cuenta que el mismo Abraham sabría que se trataba de una prueba el hecho de llevar a Itzahak su hijo a sacrificárselo, para demostrarle, a toda la Humanidad, y para toda la eternidad, su grandeza, al saber reconocer ese sentimiento tan universalmente profundo, que es el amor de un padre por sus hijos.
Todos los días, en el rezo cotidiano judío, se lee éste versículo de la Biblia, como un recordatorio del verdadero significado de la Creación de Dios.
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