La sabiduría de la edad

La salud mental implica ser flexible ante los cambios que surgen durante la vida y estar allí, “aunque uno crea que ese no es el lugar adecuado”. ESTAMOS DONDE TENEMOS QUE ESTAR. Esto no significa siempre estar satisfecho. Lo ideal es que nosotros y nuestros consultantes puedan dignificar y aceptar los distintos espacios que su proceso vital les va marcando.

Los lugares que vamos teniendo dentro y fuera de la familia, en el mundo social y económico, cambian durante el proceso de la vida. Cada lugar y cada espacio que nos va tocando, es dinámico y nunca estático. Dejamos de ser bebés para convertirnos en niños, adolescentes, adultos hasta llegar a ser viejos. Somos hijos, padres, abuelos y cada momento implica un cambio que nos hace crecer y movernos del lugar en donde estábamos. Dejamos un papel o rol y tomamos otro, cada vez hay una muerte y un renacimiento en nuestra historia de vida. Vamos siendo diferentes.

En alguna ocasión escuche una frase que martillea dentro de mi cabeza: El ser humano se caracteriza por no estar satisfecho con el lugar o destino que la vida le ha asignado. Esta sería una tarea a emprender poder aceptar que lo que nos sucede es lo que nos tocaba. Las auto- recriminaciones fuera de tiempo solo se convierten en una forma de culpa que no lleva más que al dolor y al sufrimiento. “El hubiera… no nos lleva a ningún lado más que a las culpas.

En algún momento de nuestra vida fuimos muy importantes para ciertas personas, tuvimos un trabajo que ya no existe, estábamos en un grupo social que cambió, son transformaciones que vienen con el paso de los años. A lo largo de la vida, parece que no pasa nada y al mismo tiempo todo pasa y nos mueve del lugar en que tan cómodos estábamos sentados.

También puede suceder que se tiene la fantasía de que nos corresponde un lugar determinado, unos honores determinados, y la verdad es que no es así. El dilema es que muchas veces sobrevaloramos nuestro saber como personas o por otro lado nos fijamos metas tan altas que dejamos de ver los logros que hemos tenido a lo largo de nuestra existencia. Queremos volar tan alto que menospreciamos el vuelo que si hemos logrado.

Dentro de nuestro pensamiento, el tiempo puede congelarse o transcurrir con rapidez. Todo puede suceder internamente y la tierra sigue girando, nada sucede afuera a pesar de la tragedia que cada quien está viviendo.

Cuando algo sucede y vivimos internamente un infierno nos sorprendemos al salir a la calle o convivir con otras personas, que no estén metidos en este gran terremoto interno. Esto nos puede servir para poner en equilibrio nuestros sentimientos y pensamientos. Casi todo en la vida tiene remedio, y con ansiedad no cambiamos lo que está sucediendo. Es importante tener paciencia cuando se requiere. Esa es parte de la sabiduría que se puede adquirir con el paso del tiempo. No viene sola, hay que luchar por construirla.

Creemos que conocemos a nuestros seres queridos y nos damos cuenta que sabemos poco acerca de nosotros y de los demás y que la vida es una sorpresa constante. Cada suceso nos presenta una cara propia y del otro que nos era desconocida hasta ese momento.

Una consultante dijo lo siguiente: que cada vez que ella pensaba hasta qué punto nadie sabía nada acerca de los demás, le daba risa, o ganas de llorar. Y lo más extraño es que no se puede cambiar nada. No importa cuánto le dediques a alguien, aunque sean cien años día y noche sin interrupción, aunque vivas con el o ella en la misma casa, a veces no sirve da nada, al final sabes muy poco de ese otro, o lo que crees saber no concuerda con lo que se vive en ciertos momentos.

Toda interrogación implica o se corresponde con un anhelo; toda conclusión con el nacimiento de un nuevo ser.

La vida nos va enseñando que cada quién tiene sus propios lentes para ver y que no vemos lo mismo por mucho que pensemos que hay una realidad y que esta es igual para todos. Una situación puede ser vista y evaluada de mil maneras y todas tienen un valor personal e individual. En una discusión o plática entre dos o más personas, cada quién quiere imponer su verdad y esto nos enfrenta a la complejidad de la interacción humana.

DEBAJO DE TODO ESTO ESTA EL TEMOR DE NO SER QUERIDO. EXISTE UNA CONFUSIÓN ENTRE SER QUERIDO Y QUE CIERTAS IDEAS EXPRESADAS NO SEAN ACEPTADAS.

¿Quién dice que no se puede estar dormido y despierto al mismo tiempo? ¿Dónde está escrito que no se puede ser feliz y desgraciado al mismo tiempo?

Esto no quiere decir que la lucha por obtener lo que nos interesa, tiene que cesar, sin embargo hay que valorar positivamente el lugar en que estamos. Es frecuente observar en nuestros consultantes que quieren estar en un lugar que no les corresponde: en la medida que esto sucede se intensifica el sufrimiento y el malestar. La sabiduría de la edad se entiende como una aceptación paulatina del estilo de vida que nos ha tocado. Seguramente es el que nos corresponde, aunque estemos en constante pleito con esta premisa que la vida nos ha asignado.

El que tiene un poco de piedad, encontrará piedad en el otro. El que tiene amor en el alma lo encontrará en los otros también.