Se dice que durante la noche el alma se desprende del cuerpo y por la mañana regresa a su lugar, por eso debemos agradecer al despertarnos. Yo agradezco por tener salud, pido por mis seres queridos y por mi país, agradezco por lo que la vida me ha dado y hoy agradecí también por las dificultades.
Se que suena raro -y hasta ilógico podría parecer- pero les explico a que me refiero. En la vida nos suceden cosas buenas y también cosas no tan buenas o difíciles; la perspectiva con la que nosotros recibamos lo que nos toca es importante y puede llegar a hacer una diferencia.
Las situaciones buenas son fáciles de procesar y no nos invitan a esforzarnos, las malas o difíciles son aquellas que nos empujan a aprender, a racionalizar, a cuestionar. A preguntarnos el porqué, como solucionarlas, como enfrentarlas, como usarlas para crecer, como hacer para que nos afecten menos y un sinfín de preguntas más.
Hay una frase muy cierta que hoy me permitiré modificar: El cambio es inevitable, el crecimiento es opcional!, y yo diría en esta ocasión: “Las dificultades son inevitables, usarlas para crecer es opcional”.
Y en este caso no me refiero a problemas de salud -los cuales por supuesto- no están siempre en nuestras manos, sino a las dificultades o situaciones cotidianas.
¿Qué nos guste? Claro que no, y deberíamos pedir que no las tengamos, pero eso es algo que no está en nuestras manos, lo que sí está, es que aprenderemos de ellas, como hacer para crecer y hacernos más fuertes, como usarlas para madurar, tener la experiencia y que nos permita ser mejores en el futuro.
Yo no pido dificultades y estoy seguro que ustedes tampoco, pero tomemos la realidad de la vida con lo que nos mande y enfrentémoslas con sabiduría, con humildad y sabiendo que finalmente son parte del crecimiento que nos toca vivir a cada uno como seres humanos.
Ante esta realidad, escribamos nuestra historia de resiliencia desde la adversidad que la vida nos mande a cada quien..
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