En una ocasión, el Rabino de Petersburgo se subió a un coche que tenía dos volantes. El Rabino de Petersburgo se impresionó mucho, ya que nunca había visto eso.
Le explicaron al Rabino, que el hijo del dueño del coche es muy travieso y siempre que se sube al coche, quiere manejarlo, por lo tanto, no deja manejar tranquilo a su papá, hasta el grado que se pasa al asiento principal y mueve el volante del coche.
Los padres pensaron y encontraron una solución: Pusieron un volante en el otro asiento del coche para que el niño lo maneje y él piense que realmente está manejando el coche. Aunque realmente no está manejando el coche, el niño ya está tranquilo, pensando que está manejando el coche.
Dijo el Rabino de Petersburgo que esto es una gran enseñanza. Cada uno de nosotros pensamos lo mismo que ese niño:
Cada uno de nosotros pensamos que controlamos el mundo, desde los negocios, los dineros, las compras, la cobranza, la salud, etc., pero debemos saber que somos como ese niño pequeño, que parece que está manejando, pero realmente hay Alguien, que es quien mueve todo el mundo, ese Alguien, es Dios.
Saludos
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