¿Por qué los hermanos discuten, se pelean y tienen dificultades para relacionarse amistosamente?

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La armonía fraternal no significa que no haya rivalidad. La rivalidad y el sentimiento ambivalente de amor – odio entre los hermanos es completamente natural e inevitable. En alguna medida existe siempre. Desde que nace el hermano pequeño, el mayor siente celos de él por las atenciones que recibe, quedando para él sólo las responsabilidades; más adelante, el pequeño también tiene envidia del mayor porque se le permiten cosas que a él todavía no. Existe rivalidad entre varones y hembras por el modelo educativo discriminado en las culturas machistas. Existe una competencia permanente por gozar del cariño y la atención de los padres. Existen actitudes de respuesta de cada uno ante la actitud del hermano; etc.

Tener un hermano implica resolver un conflicto inevitable, el hecho de hacerse querer por los padres compartiéndolos con otros hermanos. El cómo se lleve y cómo sea gestionado puede variar según el ambiente del niño, la calidad de la crianza de los hijos y la forma en que opera la familia como un todo.

El ser querido por los padres es el principal objetivo de un niño, y los hermanos se encuentran naturalmente como competidores por ese amor, que puede tomar muchas formas tales como atención, contacto, alimentos, alabanza o privilegios.
Los padres, lo admitan o no, quieren a sus hijos de distintas maneras porque los hijos son distintos y los tratan de forma diferente. Cuando un niño se siente que está perdiendo con un hermano, los malos sentimientos generalmente dirigirán de ese hermano en lugar de los padres.


Si ese apego con la madre es de escasa calidad donde no se cumplen las necesidades básicas del niño, o si el niño asocia ser amado con alguna experiencia desagradable, entonces la capacidad de estar en relación con los demás se verá afectada. Los niños también dependen de sus padres y familiares para modelar la interacción con los demás y apego saludable.
Las diferencias de personalidad y el orden de nacimiento, edad, capacidad, género, apariencia y salud facilitan o entorpecen las relaciones entre los hermanos. Por otro lado, cada hermano debe encontrar una manera de ser único en la familia, y estas diferencias pueden ayudarles a diferenciarse uno del otro.

Por otro lado, las expectativas sobre las relaciones entre hermanos varían ampliamente en las familias. Algunos padres idealizan la relación de hermanos y otros pueden intentar aislar a hermanos entre sí, creando rivalidades entre ellos afectando a una buena relación entre ellos.

Tampoco debe caerse en el error común de pensar que igualdad en el trato a los hijos significa dar a todos lo mismo. Significa dar a cada quien lo que verdaderamente necesita (y eso es algo que los hijos deben saber); a veces será lo mismo, pero otras no; y ello requiere de un profundo conocimiento de cada uno de ellos.

La responsabilidad de los padres es brindar a los hijos la guía necesaria para que sepan cómo resolver sus problemas y aceptar sus diferencias, buscando entendimiento y respetando sus opiniones. Algunos comportamientos de los hijos requieren atención de los padres, a fin de ayudarles a mejorar y que no generen problemas graves más adelante.

Hay una serie de formas y conductas que los padres deben intentar implementar, para evitar el exceso de rivalidad entre los hermanos:
– Hacer ver a cada niño su importancia dentro de la familia, dándole responsabilidades. Por ejemplo, animando al hermano mayor a que cuide del pequeño, que le ayude en algunos deberes, etc. Esto hará que se sienta valorado y conseguiremos que mejore la relación.

– Fomentar la generosidad y la solidaridad, ya que es la mejor manera de evitar los comportamientos egoístas.
– Tratar a cada niño de una manera individualizada, buscando tiempo para estar a solas con cada uno de ellos.
– Hacerles ver que cada hijo tiene edades y circunstancias diferentes y, por lo tanto, también tienen responsabilidades y privilegios distintos.
– Felicitar a los niños cuando veamos que tienen una buena relación y que son capaces de resolver sus propios conflictos.

Lo normal es que los hermanos discutan y se peleen cuando son niños y que a lo largo del tiempo se vayan limando esas diferencias y cuando sean adultos tengan una relación quizás menos intensa pero si más apacible y menos problemática.

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