La semana pasada compartí con ustedes, en este mismo espacio, un texto en donde exponía algunos de los pros y los contras que tienen las redes sociales en nuestras vidas.
Véase:http://diariojudio.com/opinion/facebook-y-las-redes-nos-dan-o-nos-quitan/66475/
Hoy en el momento que escribo estas líneas les quiero comentar que me encuentro verdaderamente emocionado, impresionado, motivado y lleno de felicidad y de orgullo; Ya que esta semana me encontré con el claro ejemplo en donde compruebo que su alcance si puede, en definitiva, ser un beneficio y no siempre una desgracia.
¿Por qué? Es muy simple, se llama “Feed the deed”.
Todos saben a qué me refiero. (Los que no, corran lo más rápido posible para enterarse de que se trata.) Cuando vi el primer video sobre este movimiento quede atónito, mudo, instantáneamente, se los prometo, me llego una sonrisa al rostro, era el hermano de uno de mis mejores amigos y por ende también mi amigo, caminando por la calle obsequiando playeras de futbol a diferentes personas. No pedía nada a cambio y se notaba en su mirada el gusto con el cual las obsequiaba, era impresionante ver la sorpresa que se llevaban la personas que las recibían, no estamos acostumbrados a ver un acto de esta categoría todos los días, al final concluía el video agradeciendo a un par de personas por haberlo nominado y invitaba a unas cuantas más a seguir esta cadena diciéndoles que tenían 24 horas para lograrlo. Todo esto era compartido a través de Facebook, con su inmenso alcance que ya sabemos puede llegar a tener.
Por supuesto, aunque no soy fanático de dar “likes” lo hice de inmediato y comente en su publicación mi opinión al respecto. El hermano de mi amigo tiene 16 años y acude a la preparatoria; En lugar de en ese momento estar pudiendo hacer mil cosas diferentes, estaba sacrificando (que estoy seguro que para él no fue un sacrificio, sino un privilegio) unos minutos de su tarde haciendo algo que a menudo no acostumbramos a realizar ¡Que increíble! En los días siguientes empecé a ver cientos de vídeos iguales, hombres y mujeres, chicos y grandes, con diferentes actividades cada uno pero con un fin común: ayudar al prójimo; sin pedir nada a cambio, orgullosos de haber sido nominados y con la responsabilidad de realizar su cometido.
Tengo entendido que este fenómeno nació en Canadá y fue una persona la que lo compartió acá en México, felicidades a ella.
Pero, ¿Qué hay detrás de esto?
Podemos ver como efectivamente los seres humanos seguimos teniendo esa gran voluntad para ayudar al prójimo, como se nota que sabemos que a veces no solamente tenemos que nutrir nuestro cuerpo sino también nuestra alma, nos comprueba la gran hambre que tenemos las nuevas generaciones de ayudar, de aportar aunque sea una granito de arena a esta playa llena de arcilla.
Como judío, soy firme creyente del “Tikun olam” y esto significa dejar el mundo mejor de los que lo encontramos.
Esta iniciativa nos comprueba que las grandes ideas a veces resultan ser las más sencillas, nos enseña que la capacidad para generar ideas y soluciones a los problemas y retos que la vida cotidiana nos brinda, están únicamente en nuestras cabezas.
Primero que nada, felicito rotundamente a todos y cada uno de las personas que han participado en este movimiento, les aseguro que no solamente le hicieron un bien a las personas a las que ayudaron, también se hicieron un bien a ustedes mismos dándose el privilegio de realizar uno de los actos más preciosos que existen en la humanidad, el de ayudar.
Y después: Invito al lector, sea de la edad que sea, a probar el poder que tienen nuestras ideas en el mundo, a atreverse a pensar, a beneficiarse de su ingenio y explotar la capacidad humana, al final de cuentas todo nace de nosotros, de nuestro propio pensamiento, el ser humano a llevado a la humanidad a sus mejores escenarios y también a sus peores únicamente con su poder de la imaginación.
Explotemos nuestras capacidades y generemos más ideas como “Feed the deed” ya sea para beneficio propio de la persona o para beneficio de la sociedad y mundo en el que vivimos.
Como bien decía el novelista francés Víctor Hugo: “Las que conducen y arrastran al mundo no son las maquinas, sino las ideas.”
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