Saberes en extinción

Por:
- - Visto 124 veces

Una inquietante tendencia recorre las calles de nuestras ciudades: la gradual desaparición de oficios, usualmente pequeños espacios a modo de changarros, donde despacha alguien con habilidades muy particulares, a quien solíamos conocer por su nombre. Algunos ya no son necesarios, otros han muerto sin sucesores; aun en negocios familiares multigeneracionales, los hijos aspiran a otros aires. ¿Qué implicaciones tiene este fenómeno?

Acompañados de las palabras con las que los nombramos, también la nomenclatura va en desuso (hágase la prueba con los jóvenes): ¿”talabartero”, “laudería”, “mercería”, qué son esos extrañas vocablos? Recuerdo a mi abuelo, por las calles de La Condesa y La Roma, cuando iba a la sedería de la esquina a retar al dueño a una partida de ajedrez. Jugaban sobre el mostrador y hacían las pausas necesarias para que el marchante despachara. De regreso, mi abuelo se detenía a saludar a un sastre (de nombre Elías) que usaba boina, hablaba gruñendo, tenía un puro en la boca e inconfundible acento ibérico.

Con mis abuelos se usaba más la máquina de coser que la televisión. La ropa se hacía en casa, donde las mujeres eran poseedoras de una enorme habilidad para accionar un volante pequeño y un pedal que, en su vaivén, hacía un inconfundible chirrido. Las abuelas eran expertas en confeccionar, modificar y remendar faldas, calcetines, pantalones, camisas y hasta manteles, fundas y cortinas.


Las causas de esta desaparición son tecnológicas, culturales y económicas. La automatización ha sustituido la habilidad manual. Sigue habiendo llanteras porque las llantas se siguen ponchando, mas ya no hay relojeros porque los relojes ya no se descomponen (como antes). Existe desprecio por algunas actividades; una querida amiga, hija de costurera, recuerda que su madre le dijo “estudia, para que tú sí seas algo”, como si lo que ella hacía, por no tener un título universitario, fuera poca cosa. Reponer una plancha u otro electrodoméstico habitual suele ser más barato que repararlo. La obsolescencia planeada, la industrialización masiva, el avance tecnológico, hacen inviables ciertos oficios. ¿Cuándo fue la última vez que visitó tu casa el técnico que repara televisiones?

Por otro lado, la voracidad inmobiliaria hace incompatible la vecindad con aquellos changarros que han tenido que migrar al no poder pagar la exorbitante renta. ¿Cuántos de esos negocios se van a centros comerciales? Ninguno, la visión de estos modernos espacios es dar cabida a cadenas internacionales, no a oficios y servicios barriales que serían muy bien valorados.

Las consecuencias son profundas. Con la pérdida del estudio fotográfico, del zapatero remendón, de la señora de los zurcidos invisibles, se nos va también una parte de la convivencia, el diálogo, el saludo amable y personal, simplemente al pasar caminando por la banqueta, y es que ahora ya no caminamos, ahora nos subimos al carro o al camión y vamos al centro comercial, el nuevo espacio de todos y de nadie, el sitio donde en las noches se apaga la luz y muere el sitio donde nadie vive.

En el libro Locales, editado por Artes de México, que recupera, en fotos de Gala Narezo, la estética de changarros extintos en la colonia Roma, escribe Elenita Poniatowska: “El cartero también ya dejó de pasar porque muchos tienen el email de la computadora y se fue también el tapicero que se sacaba el lápiz de la boca para decirle: ‘Feliz año 2009′”. Con ellos se nos fuga la memoria, el sentido del barrio, un pedazo de vida a escala humana, la confianza entre el tendero que fiaba y el cliente habitual que tuvo crédito ahí, antes que en ningún banco.

Sin duda hemos perdido algo de identidad y patrimonio cultural. Las tradiciones familiares cambian, ciertas labores se desplazan y muchos saberes se van a la tumba con sus últimos practicantes. ¿Debería haber políticas públicas que incentiven y rescaten estas actividades, en pro de tener una mejor sociedad? Me parece que sí. La iniciativa privada también puede hacer algo. La Escuela Nacional de Cerámica es un buen ejemplo, ha revitalizado el oficio alfarero.

Pienso en el consejo de la madre costurera a mi amiga. Algún día quizá se invierta: “Deja de ir a pasar exámenes inútiles, aprende a hacer algo, y hazlo con maestría, para que seas alguien en la vida”.

@eduardo_caccia

Acerca de Eduardo Caccia

Desde que Eduardo Caccia (Ciudad de México, 1962) era niño, estuvo en búsqueda para descubrir lo extraordinario y tener respuestas a preguntas paradójicas. Su deseo era convertirse en arqueólogo; la vida lo puso en otra dirección, que lo llevó a la investigación no tradicional de consumidores. Según dice, esta actividad semeja mucho a la del arqueólogo, pues consiste en escarbar profundo en las capas de la mente humana, hasta el fondo, donde están enterrados los tesoros.Eduardo Caccia reta el statu quo muy a su manera, se nombra “Any Possibility Officer” en Mindcode, la empresa de neuromarketing que fundó para hacer innovaciones y posicionamiento de marcas. Es coautor de la metodología brandgenetic y creyente en la integración de las ciencias sociales con los negocios, para mejor entender la conducta del consumidor. Su meta ha sido ser un puente entre la academia y los negocios.Licenciado en Administración de Empresas, Eduardo ha sido profesor universitario en la Universidad Panamericana, miembro de la Universidad de San Diego, en la Oficina de Educación Corporativa y Profesional, también ha escrito artículos sobre marcas y temas de código cultural en prestigiadas publicaciones como Expansión, Reforma, Mural, El Norte, La Jornada. Eduardo es conferencista y ha dado cientos de conferencias y presentaciones en diferentes temas, en varios países. Como observador y estudioso de la conducta individual y de grupos, ha escrito artículos para entender y mejorar la convivencia urbana y rescatar las tradiciones y los barrios temáticos de las ciudades.Sus aportaciones han ayudado a más de cien diferentes marcas, muchas de las cuales están dentro de las 500 de Fortune: Pepsico-Sabritas, Danone, Kellogs, Nestle, Nextel, Italiannis, Lawry’s, Bimbo, Cinépolis, Tequila Cuervo, Tequila Sauza, Pedro Domeq, Casas Geo, Maseca, Promexico, TVAzteca, Televisa, Holcim Apasco, Microsoft, Mabe, Smuckers, Folgers Cafe, Tecate, Wings, Fiesta Inn, Fiesta Americana, Marlboro, Alsea, Tecate, Pepsico, Oxxo, DHL, El Globo, Coca Cola, Bacardi, Tecno Lite, Michelin, Gayosso, entre otras.

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: