Es curioso como la historia de estas dos lenguas camina tomada de la mano.
Cuando los judíos de Cataluña salieron de España a finales del Siglo XIV -cien años antes de la expulsión de Castilla- se dirigieron hacia el norte de Italia y sur de Francia a donde llevaron sus ideas, su cultura y su Judaísmo.
Ahí, en sus imprentas siguió creciendo encontrándose con el Yiddish que cien años más tarde, usando el mismo sistema de escritura del judaísmo público, en la imprenta de los Viterbi en Venecia, el primer libro en Yiddish del que se tienen copias fidedignas: el Bobe bukh, (bobe no por la bobe que es abuela, sino por Bobe) el caballero que al igual que Ivanhoe recorría los caminos medievales salvando doncellas y remediando injusticias y de cuya vertiente saldría más tarde ese sefaradí despistado que montado en su caballote perseguía molinos porque en la España de los reyes católicos no podía haber injusticias pero sí imaginación.
Y desde entonces, sin conocerse, sin hablarse, ambas vertientes siguieron creciendo para reencontrarse en el Siglo XX cuando los “modernistas” y sionistas los juzgaron a ambos “dialectos muertos” inmerecedores de la dignidad de una lengua y del respeto de su existencia sin importar que estuvieran bien vivitos aunque algo golpeados por las persecuciones fascistas.
Y así, tomados de las manos, golpeados, ensangrentados, vilipendiados, menospreciados como lenguas de “nacos” como regresiones genéticas, como enemigos de la patria y literalmente perseguidos como criminales en el surgente Estado ambos siguieron su camino sin quejarse, sin mayores ruidos, sin dejar de crear y sin dejar de representar a sus comunidades.
Hoy ambos comparten la triste situación de no tener apoyos financieros de ningún estado, ambos comparten la competencia de un inglés absorbente y medios de comunicación que los hacen a un lado pero aun así ambos, tercos, ladinos e idish éstas, se toman de la mano e insisten en desdecir a quienes hace 50 años ya los daban por muertos.
Y así, desde Nueva York nos llega el nuevo ejemplar de “Oyfn Shvel” dedicado a judíos en la medicina y más importante, medicina judía; a presentar trabajos de nuevos autores y reseñas de antiguas obras. Oyfn Shovel presenta “Los viajes de Suskind”,”Diccionario de Topónimos”, recetas, libros, y otros temas en sus 82 páginas pagadas todas por suscripciones, sin anuncios, sin subsidios, sin limosnas y a la que Usted puede leer suscribiéndose a esta revista.
Y al otro extremo, desde Río Grande nos llega “El Djudio”. También publicado sin subsidios, porque quieren, por el gusto de hacerlo y por el bien de sus lectores y al que Usted puede ayudar suscribiéndose en el que también se habla del “factor X entre los judíos”, en el que se unen autores sefardís y ashkenazim donde se mezcla información sobre la ciudadanía española con noticias de la actualidad desde el prisma sefardí. Crónicas de Izmir y de Ostroviek, y todo tipo de temas de interés para todos.
Hoy, más que nunca, de derecha a izquierda como se lee el Yiddish y de izquierda a derecha como se lee el Ladino todos debemos unir esfuerzos, recursos, imaginaciones y caminos para apoyar a ambos, para asegurarnos que sobrevivan porque en ellos está el DNA del judaísmo moderno y secular, del que podrá salvar nuestra cultura y memoria y defendernos del fanatismo en que otros tratarán de hundirnos.
Si Usted es orgullosamente judío no puede dejar pasar esta oportunidad de apoyar a una o ambas de estas corrientes con su suscripción a sus revistas -ambas de alta calidad- pudiendo agregar a la ensalada el “Forverts” de Nueva York y “El Amanecer” de Estambul.
Hoy, España puede retomar el papel de “Centro Cultural” de una manera simple y sencilla, atrayendo a los intelectuales que crean en estas lenguas (hay más Premios Nobel entre ellos que entre los parlantes de cualquier otro idioma hablado por judíos) y con un inversión mínima asegurarse que su lengua madre, el Ladino, no solo se conserve sino se enriquezca en paralelo con las otras vertientes “ignoradas” del judaísmo (Recuerden que de España viene el misticismo y la Kábala) y que por serlo son más fácil de atraer, más sencillas de adoptar, más económicas de preservar y más valiosas para garantizar la identidad independiente de una colectividad que debe ser antes que nada ibérica, judía, multifacética y unida apoyando a todos los que no tienen apoyos para asegurar su vigencia y presencia – como ya lo ha hecho por ejemplo con la creación del mejor curso de Yiddish para hispanoparlantes creado por Radio Sefarad.
Y es que al final del día, el éxito de este “experimento” de restitución de la ciudadanía y reconfiguración de la comunidad dependerá de que se tengan los elementos necesarios para afianzar su identidad propia de una manera fácil, rápida y sencilla.
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