Bereshít: Emuná Natural

Indiscutiblemente el libro de Bereshit es la base de nuestra Emuná (Creencia), y nada mejor que una buena dosis de ella, para comenzar nuestro año con nuevos bríos.

Como es sabido, el libro Bereshit comienza con el desarrollo de la creación de la siguiente manera: “Bereshit – en un principio – creó Di´s los cielos y la tierra”

Este es el formato original, sin embargo en la época del rey griego Talmai, quien ordenó a setenta sabios hebreos a traducir nuestra Toráh al idioma griego, el formato fue cambiado por: “Di´s, en un principio, Creó los cielos y la tierra”


El tratado de Meguilá explica que cada uno de estos sabios, de manera individual, concibió esa misma idea. Ya que, de otra manera, los griegos podrían confundirse en pensar que – Jas Ve Shalom – alguien más creó al Creador de los cielos y la tierra.

La pregunta es obvia ¿Acaso no cabría la misma sospecha frente al pueblo judío, de equivocarse de la misma manera?

Explica Rabí Shimshon Pinkus, ZT”L:

“Es sabido de qué manera es alabada la gente simple del pueblo de Israel, por su férrea y llana Emuná (pleno conocimiento y conciencia) en el Creador.

Es común pensar que esta emuná es no más que creer ciegamente en todo lo que nuestros padres nos transmitieron, en lo referente a los fundamentos de la Toráh, sin indagar ni cuestionar. Si fuera cierto, entonces: ¿Por qué se les alaba tanto? ¿Acaso no está escrito en Mishlé (14): “Solo el ingenuo cree en todo lo que le dicen”?

Sin embargo – dice Rabí Shimshon – la definición correcta de Emuná simple es la siguiente: Emuná es creer en la verdad de manera natural, tal como se presenta delante de nuestros ojos, y según como el intelecto entiende que es así la verdad, sin entrar en análisis filosóficos ni en preguntas torpes y rebuscadas.

Esto se parece a la conversación de dos amigos que contemplaban un edificio, uno le dice al otro: ¿Por qué crees que el edificio fue construido justamente así y no de otra manera? A lo que el segundo le contesta: Amigo mío  ¿Quién te dijo  que fue construido,  tal vez surgió por sí mismo de la nada?

No obstante, quién posea un intelecto objetivo, cree de manera natural lo que se le presenta claramente frente a los ojos, y no indaga a través de conjeturas vanas e infructíferas.

El mismo principio se aplica en la humanidad.

Quien sea poseedor de una mente ecuánime, creerá de manera simple en aquello que es claro y elemental: Que hay un Creador de todo lo existente, y que le da vida a su creación, la cual creó con un propósito que reveló a un pueblo, que habrá de prevalecer durante todas las épocas para transmitirlo al resto de la humanidad, etc.

Así es posible llegar a lo trece principios de nuestra fe, con un poco de visión recta y un deseo sincero de aprender de lo evidente y entendible.

Volviendo a la pregunta inicial. La diferencia básica entre Israel y el resto de las naciones es, que al pueblo judío – quien cuenta con una mente recta – no hay necesidad de informarle que antes que todo hay un Creador, eso es obvio. Por lo tanto únicamente hace falta comunicarles cuál fue el orden de lo creado.

No así a las demás naciones del mundo; pues es menester notificarles que hay un Creador del universo, Quien creó cielos y tierra, y sin esta información bien podría errar pensando que existen dos fuerzas – Jas Ve Shalom – o que se creó todo por medio de generación espontánea, etc.”

Gran parte de nuestra labor diaria como judíos, es la de regresar a este concepto original en cualquier momento del día; ya sea por medio de las bendiciones que hay que pronunciar desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir, o las distintas mitzvot que hacemos durante el día, ni se diga del estudio de Toráh, al cual estamos ligados constantemente.

El propósito de todo ello es el de regresarnos a la simplicidad de las cosas, a lo naturalmente entendido, sin necesidad de complicarnos mucho.

Toda la existencia se resume – finalmente – en HaShem EjadDi´s es Uno y Único, y no existe nada fuera de Él. Y así como el mundo tiene un propósito, también nosotros lo tenemos.

Nuestra Emuná es lo más sencillo del mundo, pues para llegar a ella basta con utilizar nuestra lógica natural.

Shabat Shalom

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