“Y dijo El Eterno a Moshé haz para ti una serpiente y ponla sobre un estandarte, y será que, todo quien haya sido mordido y la observare, vivirá”(21/8)
De esta forma Dios le indica a Moshé la manera de curar a quienes fueron mordidos por serpientes, por hablar en contra de Él y de Moshé.
“La mordedura de las serpientes – comenta Rabí Shimshon Hirsch, ZT”L – tenía un solo propósito: El de mostrar al pueblo los peligros que los acechaban en el desierto a cada paso, y que solo los milagros que Dios les hacía a cada momento, podían alejarlos.
Dios apartó tanto a las serpientes, que no consideraron, ni siquiera de manera remota, su existencia. Ahora, todo quien haya sido mordido, fijará en su corazón la imagen de la serpiente para recordarla en un futuro cuando la bondad del Todopoderoso vuelva a alejar de ellos a las serpientes.
Así debemos sentir y considerar a los peligros que nos rodean todo el tiempo, aquellos que El Creador constantemente aleja de nosotros a cada momento, y de los cuales no estamos enterados.
De esta manera, todo respiro que damos durante nuestra vida es un regalo nuevo proveniente de la fuerza del Eterno y de Su bondad. Así nos veremos a nosotros mismos siempre, como si ahora mismo hubiésemos sido redimidos.”
En no pocas ocasiones llegamos a escuchar sobre infortunios que llegan a golpear a cercanos y conocidos (Lo älenu). La reacción natural e instintiva es sentir dolor por él y alarmarnos, sentimientos legítimos y profundamente humanos. No obstante la Toráh exige que sean encausados positivamente, pues esa energía debe ser aprovechada para mejorar nuestra calidad de vida; adhiriéndonos más al Creador del universo.
El pueblo de Israel debía observar la serpiente de cobre puesta por Moshé en alto, para ser curado del veneno de las víboras. Sin duda. alguien que sufrió un trauma de tal magnitud, lo último que quisiera ver es la forma de una serpiente en cualquier presentación. Sin embargo, vemos que Dios puso el remedio en la enfermedad misma. De alguna manera diciendo, que el peligro o la mala situación, no es solamente un medio para enviar a la persona sufrimientos, sino, son el objetivo mismo sobre el cual hay que reflexionar para entender el comunicado que Dios manda a través de él.
En otras palabras, la Toráh nos exige enfrentar adversidades, vivir con ellas, y aprender lecciones importantísimas; como agradecer infinitamente por el bien que recibamos constantemente, y que, en la mayoría de los casos, no debamos recurrir a curas ni remedios.
No obstante, y más significativamente, debemos reflexionar en la enfermedad en sí, o en el peligro al que fuimos expuestos, para aprender de ellos y reparar nuestras acciones.
Dios les mandó serpientes, que simbolizan maledicencia. Mostrándoles en qué aspecto habían fallado, y que, además, debían corregirlo de inmediato.
No es casualidad que el símbolo de la medicina, sea justamente el famoso estandarte de Moshé con la serpiente de cobre enrollada. Ya que ese es el secreto para evitar enfermedades, y la manera óptima para solucionar problemas: La reflexión en el hecho que así Dios se comunica con nosotros, para buscar nuestro bien absoluto, físico y espiritual.
Shabat Shalom