Mishpatím: Dando y dando

Después de la gran revelación Divina en el Monte Sinaí, en el cual Di´s nos entrega los Diez Mandamientos. Consolidando así un pacto eterno con nosotros, de ser fieles a todas Sus leyes, y de ser para Él una nación especial. Reservándonos para un fin que trasciende el tiempo y el espacio. Inmediatamente después de ello nos comunica que dicho nivel espiritual deberá descender a todos los ámbitos de nuestra vida. En nuestras relaciones interpersonales, comunitarias, en el cuidado de los bienes de los demás, así como en conservar nuestra ecuanimidad y fidelidad en cualquier situación y bajo cualquier concepto.

También al hacer favores a otros, el carácter Divino deberá estar presente.

En esta ocasión la Toráh nos revela cuál deberá ser la visión correcta de cada uno de nosotros cuando se nos presente la oportunidad de prestar a otros, dinero o cualquier objeto, o demás ayuda, que necesite.


“Si dinero prestares a mi pueblo, al pobre que está contigo, no te comportarás con él como usurero, no le pondrás a él una cuota por el préstamo (intereses). Si tomares de tu prójimo una prenda como garantía de pago, al caer el sol se la devolverás. Pues esta es su ropa con lo único que se cubre, el vestido que va sobre su piel, lo que usa para dormir. Y será – si no le devolvieres su prenda – cuando implore delante de mí, lo escucharé, pues Piadoso Soy Yo”. (22,24)

El Kelí Yakár, ZT”L, hace el siguiente comentario.

“Por medio de esta ley, Di´s nos comanda a prestar a  nuestros hermanos, por dos motivos principales.

El primero, porque cualquier hermano nuestro pertenece al pueblo de Di´s, como reza el versículo: “A mi pueblo”. Y es común dentro de los cánones de los reinados, que cuando los ministros y siervos del rey se encuentran en austeridad, cualquier persona les debe prestar lo que necesiten, con la confianza de que el rey se encargará de solventar la deuda. Pues él es encargado de su manutención, y quien le da a ellos, es como si le diera al rey mismo. Esta misma condición guarda la persona necesitada perteneciente al pueblo del Rey de reyes. Y quien se apiada de personas como ella y presta, a Di´s mismo le está prestando.

El segundo. Porque más hace el necesitado por quien le presta, que el prestamista por él. Como concluye el talmud en el tratado de Baba Batrá: “La razón por la cual Di´s – Quien tanto ama a los pobres – no los alimenta, es para que tengamos la oportunidad de salvarnos del rigor del “gehinám”. De esta manera, al darle una satisfacción pasajera en este mundo él nos hace un bien eterno, pues por medio de esa acción accedemos al mundo venidero”.

Por este motivo el pasuk señala: “Que está contigo”, pues la razón que Di´s lo puso en esa situación, es para darnos la posibilidad de ganar la eternidad misma.

De esta manera se entiende también por qué la Toráh nos prohíbe ser usureros y cobrar intereses por los préstamos. Ya que esta actitud denota que el prestamista no aprecia el valor verdadero de la acción que hizo, la cual es imposible tasar ¡Pues él aún exige una remuneración monetaria por ella! Esto se traduce en, simplemente, malicia.

Y sobre lo mencionado: “Al caer el sol se lo devolverás”, es una advertencia de comportarnos de manera justa y ecuánime con el necesitado. Porque esa garantía de pago, no tiene por qué ir a cuenta de sus necesidades básicas”.

La Toráh, en resumidas cuentas, nos exige asumir nuestro rol dentro del marco espiritual como realmente debe ser. El gran llamado que nos hace el Creador del mundo en sinnúmero de oportunidades es: “¡Ubícate!”

Pues todo lo que tenemos – y también lo que no tenemos – son solamente herramientas para desarrollarnos de la mejor manera en nuestro corto tiempo vital.

Y el mérito de poder ocuparse de otros, y concederles un poquito de lo que Di´s nos ha dado para transitar por el mundo confortablemente, es un regalo que hay que agradecer infinitamente. Y, naturalmente, desempeñarlo con conciencia y humildad.

Shabat Shalom

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