Terumá: ¡Fijos!

Dentro de los elementos que constituyen el mishkán (tabernáculo), el que sin duda logra destacarse por sobre los demás es el Arón HaBerit (arca de la alianza).

Él ocupaba el puesto más céntrico y sagrado del universo. Dentro de él reposan las primeras y segundas tablas de la ley, un tarro con una muestra del man (el pan celestial), una ejemplar de la Toráh que escribió Moshé y la vara con la que consumó todos los milagros en Egipto.

En resumen, este elemento tan importante es el corazón de Israel, ya que dentro de él se encuentran los principios de nuestra emuná (el man, y la vara que representa los milagros que Di´s perpetro al sacarnos de Egipto), y la guía de nuestras vidas (la Toráh y los Diez Mandamientos).


Es interesante que dentro de las leyes que envolvían al Arón HaBerit figura que las varas con las que debía ser transportado, no podían ser retiradas de él jamás. Hasta tal punto que, en los días del primer templo, cuando el arca reposaba en su lugar, las dos varas sobresalían del Kodesh HaKodashím, dejando ver sus formas en la cortina que separaba ese recinto del Kodesh (la antesala del Kodesh HaKodashím) 

Y aún en nuestros días, donde quiera que se encuentre el Arón HaBerit, todavía conservará las varas que le fueron colocadas en la época del desierto.

¿Con qué fin? ¿Qué mensaje nos transmite la Toráh por medio de este mandato?

“Y harás varas (בדי) de madera de acacias, y las recubrirás de oro (זהב). Y traerás las varas  dentro de los anillos, ubicados en los costados del Arón, para transportar al Arca con ellas. En los anillos del Arón estarán las varas, no serán retirados de él.”

Explica el Kelí Yakar, ZT”L:

“La Toráh nos insinúa por medio de esta mitzváh, sobre los dieciséis varones que deben subir a leer la Toráh durante la semana, en Shabat, el lunes y el jueves.  Como el número בדי (Badé) lo indica ב=2, ד=4, י=10.

Y sobre ellos está escrito “Y las recubrirás de oro (זהב)”. ז=7, ה=5, ב=2.

Es decir, En Shabat (día siete) siete en la mañana y tres en minjá, el lunes (día dos) tres, y el jueves (día cinco) tres.

De alguna manera diciendo que la Toráh no será removida de nuestra boca, pues fue establecido  en  el pacto:”No será retirada la Toráh de tu boca, y de la boca de tu simiente”. Y en este convenio actuamos tanto Di´s, como nosotros. Por nuestra parte, establecemos la lectura de la Toráh tres veces a la semana, y por parte de Di´s, la seguridad que ella continuará eternamente ligada a nosotros.

En otras palabras, estas varas son la representación del sostén de la Toráh, y nos ilustran que la única manera de darle apoyo y firmeza a la Toráh es conservando su estudio de manera constante. No dejar pasar tres días (por lo menos), sin profundizar en ella. Como Moshé mismo decretó, cuando Israel clamó por agua después de tres días de no encontrarla. Pues del mismo modo que es imposible vivir tres días seguidos sin ese líquido vital, tampoco Israel puede vivir sin Toráh.

Siguiendo esta línea de pensamiento, es posible concluir que siendo Shabat el día en que más personas suben a leer la Toráh, también corresponde que sea justamente en él donde aprovechemos más el tiempo para estudiar.

Los Badím (las varas) del Arón, ciertamente eran utilizadas para acarrear el Arca del Pacto, como fue dicho antes, sin embargo dicen nuestros sabios que cuando los leviím la subían sobre sus hombros, el mismo Arón era quien los elevaba y transportaba ¡Él mismo acarreaba a quienes lo acarreaban!

¿Por qué?

De acuerdo a lo mencionado la respuesta es simple, pues la Toráh, representada por el Arón, tiene la fuerza de elevar y engrandecer a quien se dedique a fortalecerla y enaltecerla. Y con solo una pequeña muestra de interés y perseverancia, la Toráh misma le redituará con frutos en este mundo y en el que está por venir, elevándolo espiritualmente.

La Toráh es nuestro corazón. Y así como el corazón tiene la capacidad de mantenernos vivos de manera automática, igualmente la Toráh lo hace aunque no lo sintamos. La única condición para que este proceso continúe, es mantener sano ese órgano, ejercitarlo, y no dañarlo. De la misma forma deberá ser nuestra relación con la Toráh. Debemos conservarla sana todo el tiempo, alimentarla con lo que le es propio y, sobre todo, ejercitarla constantemente. De tal manera que, a corto y largo plazo, podamos ver nuestras comunidades floreciendo alrededor de ella, y nuestros hijos encaminados en su mismo rumbo.

Shabat Shalom

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