“Y será, si los llegase a llamar Parö, y les preguntare: “¿A qué se dedican?”, y le dirán: “Pastores han sido tus siervos desde nuestra juventud hasta este momento, también nosotros y nuestros ancestros”. Para que así residan en la tierra de Goshen, pues los pastores son abominables para los egipcios”. (46, 33-34)
Rashí: “Los apartará de él, y los asentará ahí”.
“Es algo realmente sorprendente – dice Rabí Yerujam de Mir, ZT”L – esta clase de comportamiento maravilloso, pues era preferible despreciarlos a ellos mismos frente a Parö, y frente a todo Egipto, con el único propósito de apartarlos de ellos. También Yossef, cuando los presentó a Parö, tomó a unos cuantos de los hermanos, los más débiles, para que no los ubiquen en puestos ministeriales o demás altos cargos de gobierno.
Asimismo han sido los años de historia de Israel en todas sus diásporas. Nuestros padres y abuelos prefirieron siempre soportar todo tipo de decretos, y persecuciones por parte de las naciones, con tal de no acercarnos a ellos.
Es errado pensar que nos odian por ser judíos. En todas las épocas intentaron atraernos para unirnos a ellos.
Siempre nos llamaron: ”Aproxímate, aproxímate, déjame estar contigo”. “Vengan con nosotros y los haremos duques, ministros y terratenientes” (midrash Rabá sobre Shir HaShirím 7, 2)
Pero Israel prefirió recibir sobre ellos pobreza y opresión, y no se mostraron al gobierno. Y se alejaron radicalmente de cualquier tipo de conducción mundana, y de sus ajetreos.
¡Cuánto ha cambiado la situación en nuestros días!
Corremos a apegarnos a cualquier tipo de gestión mundana. Con justificados argumentos; pues así se cambiaría la situación económica y política, etc. Y si nos separamos de todo, seremos “pobrecitos” y “debiluchos” en relación a nuestro entorno.
¡Hasta dónde hemos cambiado y nos hemos apartado del camino de nuestros ancestros, de bendita memoria! ¡Si ellos mismos buscaron por todos los medios, ser aborrecidos y discriminados por los gentiles! Y nosotros, en nuestra desesperación cotidiana, corremos detrás de ellos”. Hasta aquí sus palabras.
Ciertamente, la consabida frase: “Las acciones de los padres, son señales para los hijos”, vuelve a aparecer en esta ocasión. Y ahora con un mensaje más fuerte e impactante.
Pues de lo dicho por Rabí Yerujam, es posible deducir varias enseñanzas.
En primer lugar, el secreto profundo del odio hacia nosotros fue instituido en Egipto, ni más ni menos que por Yossef. Él presentó una mala imagen de sus hermanos ante el faraón, con el más elevado y encarecido objetivo: Mantenernos al margen de los demás.
En segundo. Cuanto más nos veamos “raros” a ojos de los gentiles, es mejor. Pues, fundamentalmente ¡Quién desearía relacionarse con alguien que lleva una curiosa gorrita en la cabeza y, en algunos casos unos flecos colgando de su cintura. No entra a comer en cualquier establecimiento, siempre busca si tal o cual producto tienen supervisión kosher!
Los varones no saludan de mano a las mujeres, ni las mujeres a los hombres. No se sientan a tomar ni siquiera una cerveza con alguien que no es de su comunidad, no asisten a sus fiestas. Las mujeres portan atuendos largos – aun en sitios donde hace mucho calor – ¡Extraños, muy extraños!
Y así mismo tiene que ser. El vernos un tanto ridículos, es nuestra imperecedera carta de presentación. Así lo instituyo Yossef en nuestro primer y gran encuentro con las naciones del mundo.
Y de esta forma, cuando recibamos algún recordatorio por parte de las naciones del mundo que somos hebreos, judíos, etc., y nos hagan sentir apartados e, inclusive, discriminados, le deberíamos agradecer. Ya que esta es justamente la intención; separarnos de ellos lo más posible.
“Por el mérito de cuidar nuestro idioma, nombres y atuendos, fuimos redimidos de Egipto”. Y aun cuando Äm Israel en esa época se mezcló con el pueblo egipcio, estos tres elementos consiguieron proporcionar el grado mínimo e indispensable para marcar la línea divisoria entre nosotros y ellos.
Por medio de este mismo mérito sin duda seremos redimidos en breve en nuestros días.
Shabat Shalom
Yair Ben Yehuda