“Y habló Di´s a Moshé después de la muerte de los dos hijos de Aharón, al aproximarse frente a Di´s y fallecieron. Y le dijo Di´s a Moshé, habla con Aharón tu hermano, y no vendrá a cada momento al Santuario, el recinto que está después de la cortina, frente al Kaporet que está sobre el Arca Sagrada, y no morirá, pues por medio de una nube Me Mostraré sobre el Kaporet”
Nuestra parashá refiriéndose a la muerte de dos de los hijos de Aharón: Nadav y Abihú, ya que las leyes del Cohen Gadol en Yom Kipur fueron dictadas inmediatamente después de dicha tragedia.
Es preciso aclarar lo siguiente.
¿Con que propósito la Toráh utiliza este hecho como referencia para las sagradas funciones del Sumo Sacerdote en el día más sagrado de nuestro calendario?
¿Por qué la Toráh menciona en dos ocasiones que Di´s habló con Moshé?
Y ¿Por qué tuvo que recordar que murieron al aproximarse frente Di´s, si en la parashá Sheminí ya fueron mencionados los detalles del incidente?
De esta manera comienza el “Or HaJayim” su explicación sobre nuestra parashá, y responde lo siguiente:
“Me parece que la intención de la Toráh es advertir a Moshé de no considerar que, por el hecho de ser tan cercano al Todopoderoso, tendría ciertas concesiones especiales, y podría entrar al recinto más sagrado cuando le viniera en gana. Ya que los hijos de Aharón, aunque eran sumamente cercanos al Servicio Divino, y como fue mencionado en la parashá Sheminí, que ellos dos tenían mucha más cercanía a Di´s que Moshé y Aharón, de igual manera perecieron. Hecho que demuestra que, no por gozar de una posición elevada y cercana a Di´s es que cada uno puede darse el lujo de romper reglas y cercos para conseguir más y más elevación espiritual, sino deberá seguir las normas y los estatutos para llegar a tal objetivo”.
El “Or HaJayim” nos sitúa en uno de los pilares más importantes del judaísmo: El de adherirse a las reglas al pié de la letra, bajo cualquier circunstancia.
Nuestra vida, desde que nos despertamos hasta el momento de ir a dormir está rodeada de instrucciones.
Casi no existe actividad que no esté incluida dentro del marco de la Halajá (las leyes). Desde lo más crucial, como penas capitales y monetarias, hasta lo más “trivial”, como el orden de calzarse y atarse los zapatos.
Cualquiera pensaría que aparentemente estas normas de vida son excesivas, y que deberían cubrir únicamente las instancias que realmente requieran ser “supervisadas” bajo la visión de la Toráh. Sin embargo, y a modo de introducción, es preciso aclarar que idealmente nuestra vida no es, sino, un simple marco temporal y espacial, donde nos es posible emplear nuestros mayores esfuerzos, para alcanzar una verdadera y perenne cercanía con Di´s.
El servicio Divino, al que constantemente apela la Toráh es, simplemente, la forma correcta de vivir. Toráh y mitzvot; no son complementos para llevar una existencia con un “toque” de espiritualidad; ellos son la vida misma.
De esta manera, cualquier intento que se haga para acceder a nuevos y más altos niveles espirituales, si no se respeta el parámetro halájico, nunca llevará a la persona a concretar sus intenciones, sino a todo lo contrario.
Las mejores intenciones del mundo no son suficientes, para afirmar que llegamos a la meta. Es imprescindible alcanzarla de facto por medio de seguir una línea previamente trazada.
Y es sencillamente así, pues una persona que se aventura en un viaje, si no cuenta con la guía necesaria, los instrumentos que lo mantengan en el rumbo correcto, y el material necesario para la travesía, ciertamente se perdería en el camino, agotaría sus recursos y pondría en riesgo su integridad física.
Esto mismo fue lo que le pasó a dos de los hijos de Aharón. Pues entraron al lugar más sagrado del mundo y, por medio del sacrificio más elevado, alcanzar al Rey del Universo. No obstante, se olvidaron que esas puras y sagradas intenciones debían respetar un protocolo, una preparación previa y una instancia adecuada. Elementos con los que el Cohen Gadol puede acceder a ese recinto en el día más sagrado de nuestro calendario: Yom Kipur.
Quiera Di´s, que nuestras buenas y puras intenciones en lo relativo a nuestra formación espiritual, alcancen su anhelado objetivo.
Shabat Shalom