Ki Tetzé: Sensibilidad

“En ocasiones nos parece – dice Rabí Eliyahu Dessler, ZT”Lque cierto sentimiento o sensibilidad a algo, está relacionado con una parte física de nuestra vida, y no es así. Muy probablemente su origen verdadero se encuentra en la espiritualidad ubicada dentro de nosotros, y al revelarse al exterior, pierde su origen real, más profundo.

Por ejemplo – continúa diciendo Rabí EliyahuNosotros repudiamos y nos asqueamos de cosas nauseabundas. Aparentemente este sentimiento proviene de alguna procedencia externa. No obstante, la Toráh, en nuestra parashá, nos revela la profundidad de este fenómeno: “Y una estaca estará en tu umbral… y cavarás con ella, y cubrirás tus deshechos… porque El Eterno, tu Di´s, anda entre tu campamento… y será tu campamento santificado” (23, 14-15)

Y sobre ello escribió Rabenu Abraham Ibn Ëzrá: “Y cubrirás…” pues todo aquello que se encuentra a simple vista y es repulsivo, genera una imagen desagradable en el alma”.


De aquí que la Toráh testifica que también de elementos como estos, dependerá si reposará la Presencia Divina dentro de nosotros, o no.

Y la razón es, porque en nuestro interior, en el subconsciente, hay un punto de impureza que disfruta de lo repulsivo y asqueroso. Y al acercamos a alguno de esos elementos, se despierta, busca influenciarnos con su impureza, e intenta alejarnos de nuestro Creador.

De esta premisa se entiende que el origen del sentimiento de repugnancia es el ímpetu espiritual que reside en nosotros, y que desea rechazar a la fuerza de la impureza anteriormente mencionada, para evitar en cierta medida, el alejamiento a Di´s que ella genera.

Por lo tanto, como parte de nuestro servicio al Todopoderoso, debemos cuidarnos mucho de lo relacionado a estos temas, y dedicarnos a desarrollar en nosotros mismos sentimientos naturales de finura y delicadeza.”

Este principio es la guía que marca la manera óptima de relacionarnos con nuestro entorno.

Pues nuestra vida diaria inevitablemente nos expone a distintas   imágenes  o   íconos,  que   buscan   repeler nuestra sensible atracción a lo elevado y trascendental.

Pues dentro de nuestro aparato espiritual coexisten estos dos tipos de inclinaciones: Hacia aquello que nos aproxima al Creador del universo. Y a lo que nos propone centrarnos en este mundo, en sus placeres físicos, y alejarnos de Di´s.

Cada uno de nosotros tiene el poder de decidir por cuál de los dos caminos andar, y qué imágenes alimentarán su filosofía de vida.

Podríamos pensar que la mayoría de las cosas que vemos en nuestro día a día, fomentan la segunda opción, y que alguien expuesto a ellas (que permanece la mayor parte del día fuera de nuestros centros espirituales) casi no tiene oportunidad de ganarle terreno a las fuerzas de impureza, y hasta cierto punto es verdad.

Sin embargo, podríamos preguntar ¿Cómo Abraham Abinu logró alcanzar esas cumbres espirituales, sin tener casi ninguna fuente que lo alimente en ese sentido?

Nuestros sabios nos revelan que Abraham Abinu trataba de observar en todas las cosas que lo rodeaban, cuál era su propósito trascendental. No para qué pudieran servir de manera utilitaria, sino qué sentido tienen más allá del nivel práctico e inmediato, es decir, su utilidad espiritual.

Indudablemente todos y cada uno de nosotros, grandes y pequeños, hombres y mujeres, debemos cuidarnos de lo que vemos y escuchamos. Pues las imágenes e informaciones negativas, hacen mella en nuestra sensibilidad a lo bueno y lo verdadero.

Pero, amén de lo mencionado, si entrenamos nuestra visión y nuestra capacidad auditiva, a discernir de lo que nos rodea aquello que nos da más motivos para fortalecer nuestra Emuná (Fe), o para observar que aún en las personas más ajenas a nosotros, es posible encontrar esa chispa Divina. Las maravillas naturales, y los logros de la humanidad, no serán únicamente temas de conversación pasajera, sino un motivo más para vivir adherido al Creador del mundo.

Por medio de implementar esta forma de vida, eventualmente idearemos nuestros propios sistemas para generar más espiritualidad en nuestros ámbitos, y contagiar a otros con estos sentimientos.

El Todopoderoso nos ayude a materializar nuestra sensibilidad espiritual en nuestras comunidades.

Shabat Shalom

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