En esta parashá comienza nuestra historia de la siguiente manera.
Después de que Di´s prometiera a Abraham que su descendencia será incontable, como las estrellas del cielo, la Toráh nos relata: “Y (Abraham) confió en el Eterno, y Él se lo contó como rectitud”
Explica Rab Shimshon Hirsch, ZT”L: “A pesar de que Abraham ya contaba con emuná (plena seguridad en el Creador), pues indagaba constantemente en la existencia del Todopoderoso, aún así, ésta última conversación con Di´s, le proporcionó una nueva oportunidad para revivir esa confianza en Él.
La Emuná es el fundamento del judaísmo. Sin embargo aquel que pretenda explicar este concepto según como la mayoría de la gente lo entiende – o sea fe – no se referirá sino a una acción mental pura; o bien a un modo de pensar, o creer, superfluo.
Todo aquel que practica su “fe” en algo y tiene la certeza que es verdad, por principio basa esta “fe” en el entendimiento y promesas de alguien más de manera ciega.
¡Vean! Actualmente el mundo identifica la religión con la fe, hasta el punto de afirmar que la fe es la esencia de la religión. Alguien religioso “cree” en principios que no pueden ser asimilados por la lógica ni comprendidos por el intelecto. ¡De ésta manera expulsaron a la religión de la vida humana! Así convirtieron a la religión en un simple libro de principios, en un sistema de frases que atañen a la fe ¡Y todo el que quiera atravesar las puertas del paraíso, deberá mostrarlo!
Mas, creer en las palabras de alguien, en ningún lugar del mundo se denomina como “confiar absolutamente en él”, sino únicamente “creer en lo que dice”.
“Confiar en Di´s” no es solamente una acción analítica, cuyo resultado sería anular nuestras creencias y reemplazarlas por las del Creador – sino aún más – es fijar nuestras anclas y bases, todo aquello que nos da estabilidad, únicamente en Di´s.
La expresión emuná, siendo su raíz: amén, denota acción, por ejemplo la palabra umanut que es oficio o profesión. O también omén que significa educador o maestro, cuya meta es forjar el corazón del discípulo. Es decir, motivar e influenciar activamente a otros,
De aquí que el imperativo, amén no es solamente un llamado a fortalecernos en nuestros principios, sino una convocación a fortalecer a otros y, de alguna manera diciendo, es aglomerar la materia indefinida, y darle forma y sentido, tal como lo haría un artesano.
Así podemos resumir que émuna es: Confiar en Di´s de manera intelectual y práctica, fortalecernos por Su intermedio y seguirlo incondicionalmente a donde sea.
Cuando la parashá nos relata que Abraham confió en Di´s, nos revela que, en realidad, quitó de sí cualquier otro elemento que lo pudiera influenciar, y se entregó totalmente bajo la influencia del Creador, como es mencionado en el versículo anterior al mencionado: “Y lo sacó afuera…” explican nuestros sabios, que lo sacó de la influencia de los astros”.
Quien crea que nuestra vida judía se limita a ser una simple fe, ya sea en el Creador del mundo o en una serie de costumbres, llámense tradición, comete un grave error conceptual. El judaísmo es vivir nuestro día a día, inclusive lo más mundano, con emuná, es decir, contemplando en cada esquina de nuestra realidad al Todopoderoso.
Aquellos que corren a consultar sus horóscopos, en realidad, pierden su tiempo, pues en el momento que Abraham decidió seguir con emuná completa a Di´s, Él se convirtió en su Única influencia, para bien o (Jas VeShalóm) para mal.
Para cualquier petición solo tenemos que dirigirnos a Él y solicitar. Aprovechemos, no hay que hacer colas, no hay intermediarios, llamada directa, además… línea libre todo el tiempo.
Shabat Shalóm
Yair Ben Yehuda