Mishpatim: Saliendo de Nosotros Mismos

“Y a Moshé le habló: Sube hacia El Eterno, tú y Aharón, Nadav y Abihú, y setenta de los sabios de Israel, y se prosternarán a distancia.

Y se aproximó Moshé solo, a Di´s, y ellos no se aproximaron, y el pueblo no ascendió con él.” (Shemot 24/1-2)

De esta manera la Toráh describe de qué manera se representó el acto de entrega de La Toráh y los Diez Mandamientos. El pueblo en general se encontraba alejado del Monte Sinai, era prohibido tocarlo, inclusive acercarse a él.


Los setenta sabios, Nadav y Abihú, tenían permiso de subir al monte junto con Moshé, pero no hasta la cumbre. Moshé ascendió a la cumbre, a la bruma, donde reposaba la Presencia Divina.

Cada uno tomo su respectivo puesto, y de esa manera todos juntos aceptamos la Toráh, sus derechos y obligaciones.

Comenta Rabí Shimshon Hirsch, ZT”L: “La idea de “cercar” el Monte Sinai, inclusive de alejar a los más allegados al servicio Divino, liga el acontecimiento de la entrega de la Toráh con los estatutos mencionados en el capítulo anterior, el cual advierte a Israel de cuidarse de llevar un comportamiento ético y moral. Y, asimismo, muestra al pueblo la gran diferencia entre su actual situación espiritual y la ideal, la que, eventualmente, tendrán que alcanzar al recibir la Toráh. Aquí queda claro que los Hijos de Israel se encontraban en una situación espiritual, y ética, muy declinada.

Por otro lado, el ascenso de Aharón, y de quienes fueron privilegiados, al Monte Sinai, sirviendo de comitiva a Moshé hasta un límite determinado, nos hace palpar una verdad fundamental en el judaísmo; el elevado nivel que tenía Moshé no era una diferencia “sobrenatural” frente a niveles espirituales del resto del pueblo. Como si él hubiese recibido poderes sobrehumanos, y por medio de ellos es que logró ese especial acercamiento con El Creador del Mundo ¡No!

Esta posición anunció a los cuatro vientos: Este hombre, llamado Moshé, es igual a cualquier persona. Él consiguió  por  sus  propios  medios llegar a ese puesto, a ese gran nivel  ¡Todos tenemos la capacidad de alcanzarlo! ¡Cada uno está invitado a intentarlo – porque todos tenemos el potencial para hacerlo real!”

Es preciso aclarar un pequeño detalle.

La Toráh declara que no existió, ni existirá, alguien como Moshé Rabenu, quién alcanzó niveles de profecía y cercanía a Di´s, como nadie en toda la historia de la humanidad. Siendo así, entonces ¿De qué manera Rabí Shimshon asevera que cualquiera tiene la capacidad de situarse en el límite espiritual donde se paró Moshé?

Es sabido que en cada generación se abren nuevas posibilidades espirituales, algo así como funciones laborales en el ámbito espiritual, y que cada uno de nosotros tiene la oportunidad de desempeñar. Estos portones se abren de acuerdo a las necesidades de cada época, y solamente quienes ven estas faltas y necesidades, y están dispuestos cuidar que la bondad espiritual llene el vacío, tendrán el mérito de, a su vez, llenarse de influencia espiritual, alcanzando niveles inimaginables de cercanía con Di´s.

Moshé, en su época, llegó a su nivel, porque consiguió depurar sus cualidades humanas al máximo y porque sentía el dolor, y las necesidades del prójimo, como si fueran de él mismo. Tomó responsabilidades sobre sus hermanos, defendía sus derechos, y sufría con ellos cada martirio de la esclavitud. En él vio Di´s, un medio por donde verter salvación, bondad y espiritualidad, hacia el pueblo de Israel.

Él nació de manera normal, como cualquier otra persona, no era un ángel, sin embargo alcanzó niveles cercanos a ellos, al depurar y refinar sus cualidades humanas.

No se necesita tener inspiración Divina, ni escuchar una voz celestial para motivarnos. Nuestro propio potencial, y nuestra sana conciencia, tienen la fuerza suficiente para activar nuestros corazones y nuestras capacidades, para hacer algo por los demás.

Este mensaje resonó en ese momento, y su eco prevalecerá hasta el final de los días.

Shabat Shalom

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