Toledot: Liderazgo

El supuesto engaño que comete Yaäcov al cambiar un plato de lentejas – en momentos de hambre – por algo tan preciado como lo es la primogenitura de Ësav, ciertamente es una materia de análisis.

Pues está escrito que cuando exista aunque sea un sesentavo de engaño en una transacción, ésta quedará automáticamente revocada.

¿Qué ocurrió en esos breves instantes? ¿De qué manera se llevó a cabo dicha venta? Y ¿Qué relevancia tiene para nosotros?


Rabí Jayím Shmulevitz, ZT”L, explica que las mercancías se valúan de acuerdo a la estimación del vendedor. Si para él una prenda bordada en oro vale apenas dos dólares ¡Ese es su precio y por ende, no hay engaño alguno!

Ësav puso precio a su primogenitura, inclusive pensó que estaba haciendo el negocio de su vida ¿Dónde se observa esto? Cuando Ësav declara: “He aquí que voy a morir ¿De qué me sirve la primogenitura?”

Pues bien, la venta tuvo efecto, Yaäcov recibe el grado de Primogénito, con sus obligaciones y derechos, beneficios y compromisos, que hasta el día de hoy dan movimiento espiritual al pueblo de Israel.

Analicemos un poco la visión de Ësav, tratemos de entender qué lo empujó a rechazar esa oportunidad de oro, de trascender, y acceder a tesoros invaluables, como los que recibimos en Sinai, ilimitados en tiempo y espacio.

Rabenu Moshé Ben Najmán (Najmánides), ZT”L, explica que la raíz de lo que instó a Ësav a rechazar su primogenitura, se encontraba en la crueldad. Rasgo personal que lo caracterizaba, y que logró desarrollar exitosamente.

Cualquiera se preguntaría: ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? ¿Qué relación guardan las funciones de un primogénito, con poseer tal o cual característica personal?

Rabí Eliyahu Dessler, ZT”L, expone el siguiente desarrollo.

“Ser primogénito, dentro de los hogares de nuestros patriarcas, significaba tener el mérito de servir frente al Todopoderoso, es decir; continuar recibiendo invitados, proclamar la existencia y unicidad de Di´s por los rincones del mundo. Influenciar para bien, y diseminar bendición material y espiritual al medio que les rodeaba. Justamente a este proyecto Ësav observó con desprecio. Él consideraba que toda la humanidad no era más que simples insectos. Y, por consiguiente, no conseguía percibir las necesidades de los demás.

Quien no tiene piedad por sus congéneres y lo domina la característica de la crueldad, no se encuentra nada alejado de asesinar (actividad en la cual Ësav se destacaba)”.

Este es el perfil del anti-líder. Sin duda Ësav tuvo seguidores, inclusive forjó un gran pueblo, el pueblo de Edóm. Sin embargo existía en él una característica que lo colocaba frontalmente opuesto a las cualidades que debe presentar un buen dirigente.

Ësav tenía poder de convencimiento, hasta tal punto que logró engañar a su propio padre Itzjak, mostrándose como todo un piadoso. Era poderoso y fuerte, sabía cazar y luchar, capturando así la admiración popular. En fin, no le faltaban cualidades para lanzarse a la política. No obstante, aún se encontraba muy lejos de pararse frente a una comunidad y liderarla como es debido. Le faltaba preocuparse por el bien de los demás.

Dentro del judaísmo no existe un concepto como estudiar, o prepararse, para recibir la categoría de líder. No buscamos inherentemente ser líderes, por el simple hecho de ser líderes. Nuestros grandes sabios y dirigentes comunitarios buscaron una cosa nada más: velar por los intereses de la colectividad, tanto espirituales como materiales.

Un verdadero guía no es quien busca distinguirse de los demás para ser aplaudido, sino quien se convierte en un servidor público que busca constantemente el bien común, aún cuando, al final, no reciba reconocimiento por su entrega.

Eso mismo fue lo que rechazó Ësav, pues buscaba justo lo opuesto de lo que un auténtico guía debe buscar. Quería quedarse con la primogenitura, dejando de lado su contenido.

Todos somos líderes, ya que todo hijo de Yaäcov es primogénito. Por esta razón todos tenemos la sagrada obligación de velar por nuestros hermanos, por su integridad física y espiritual.

Shabat Shalom

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