VaEtjanán: ¿Comenzamos?

En esta parashá Moshé Rabenu relata de qué manera rogó, suplicó y lloró ante su Creador, para que le dejase entrar a la Tierra Prometida, la Tierra de Israel.

“Y supliqué a Di´s en ese momento, diciendo. Di´s, Todopoderoso, Tú comenzaste a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu “mano” fuerte, pues ¡Qué fuerza en los cielos y en la tierra, puede hacer como tus actos y tus maravillas!”.(3, 23-24)

El primer argumento al que apela Moshé es, el hecho de encontrarse apenas en el comienzo de su conocimiento sobre Di´s


¿Por qué utilizó justamente este recurso? ¿Qué ventajas podría darle, para conseguir ingresar a la tierra de Israel?

Dice el “Jobot HaLebabot” en el capítulo sobre la sumisión ante El Creador:

“Una de las maneras para alcanzar el atributo de la humildad, es por medio de reflexionar sobre la grandeza del Di´s, y Su inconmensurable poder, Quien contempla lo evidente y lo oculto. Esta reflexión en Su grandeza, es el camino certero para conquistar la humildad.

Como encontramos en Moshé Rabenu, quien declaró: “Tu comenzaste a mostrar a tu siervo…”.

Pues aún cuando estuvo en los cielos con Di´s por tres ocasiones, cada una de cuarenta días y cuarenta noches, consideraba que apenas comenzaba a conocer a suCreador. Ya que Su grandeza es infinita. Y justamente por medio de esta meditación es que alcanzó la verdadera humildad”.

Dentro de los parámetros éticos y halájicos de la Toráh, se encuentra una idea fundamental, la cual, si le ponemos la debida atención y la adoptamos, nuestra vida cambiará para bien en 180º, y es; Verse siempre a sí mismo en el comienzo.

Cuando nos consideramos conocedores, y versados en distintas materias del judaísmo, estamos en riesgo de caer en una clase de arrogancia sumamente peligrosa. Ya que, de acuerdo a esa visión, no existe novedad que merezca la pena invertir en ella. Y la tendencia de todo yehudí debe ser radicalmente contraria, ya que en cada concepto de la Toráh, en cada reflexión de nuestros sabios, se encuentran elementos vitales para depurar nuestras almas y nuestro comportamiento humano.

La vida misma manifiesta que así debe ser nuestra visión de las cosas, pues cada día que amanece se nos ofrece como un nacimiento… como un nuevo regalo de 24 horas por delante para aprovecharlo al máximo.

Este mes (Ab) nos plantea este concepto de manera muy clara. Pues en estos días nos encontramos superando nuestra destrucción física y espiritual, representada por Tishá Be´Ab, y ya en pocos días festejamos uno de las fechas más alegres de nuestro calendario; el quince de Ab.

En este día se festejan una serie de eventos que nos dieron buenas razones para hacer una gran fiesta (que efectivamente se celebraba cuando el templo estaba en pie): En este día, en el año cuarenta desde la salida de Egipto, Di´s anuló el decreto de morir a la gente del desierto. Se permitieron los casamientos entre las tribus. Le fue permitida a la tribu de Binyamín, de ingresar de nuevo a la congregación de Israel. Se dio permiso de enterrar a los judíos de la ciudad de Beter, masacrados por las hordas romanas.

Si ponemos atención, todos los eventos mencionados tienen un factor en común: Son un nuevo comienzo. Una nueva página basada en la renovación, en la clara consciencia de que hay un nuevo día.

Los últimos quince mil hebreos del desierto que debían morir en el día del nueve de Ab, como cada año sucedía, al levantarse de la tumba que ellos mismos habían cavado la noche anterior, sin duda se sintieron nacer de nuevo; vida nueva para aprovechar al máximo (esto mismo deberíamos sentir al despertarnos cada mañana).

Cuando le fue permitido a las tribus de Israel casarse entre ellos, encontraron renovación y vida dentro de la misma congregación; vida matrimonial renovada.

Inclusive la permisión de enterrar a los muertos de Beter refleja un comienzo, pues solamente cuando la persona es enterrada es que encuentra paz verdadera en el mundo de la verdad, y accede también a su futura resurrección.

En resumen, nuestra vida está repleta de principios, de oportunidades para vernos a nosotros mismos como aprendices dispuestos a instruirse una interesante y significativa lección.

Por medio de esta actitud, tendremos la constante consciencia que en Di´s mismo encontramos nuestra verdadera superación.

Shabat Shalom

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