Moshé Rabenu, en esta ocasión, enlista aspectos centrales de nuestro pueblo (leyes) que determinarán nuestra esencia y conciencia nacional.
“Si te incitare tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o tu mujer, o tu amistad, a quien amas como tu alma, a escondidas diciendo: Vayamos, y sirvamos a dioses ajenos, que nunca conociste, ni tu ni tus padres, etc. ¡No lo aprecies, y no lo escuches, y no te apiades de él, no tengas misericordia con él, y no trates de encubrirlo!”
Moshé Rabenu dicta las instrucciones de uso de la Tierra de Israel antes de morir. Ya que ella tiene la peculiaridad de rechazar lo que no se encuentre en el parámetro de la verdad.
Si Israel proyecta radicar en esa Tierra, deberá demostrar que persiguen esa verdad hasta las últimas consecuencias. Deberán guiarse de acuerdo al dictamen de su mente, y dejar de lado todo sentimiento, por más puro y fraternal que sea.
Dice Rabí Shimshon Hirsch, ZT”L:
“En esta oportunidad la Toráh enfatiza el rechazo categórico hacia cualquier idolatría.
Moshé le dice a su pueblo: La existencia de Dios es un conocimiento que se te ha develado de manera clara y categórica y que logró convencerte, pues se te presentó por medio de una manifestación visual. Tu conocimiento de Dios es de nivel especialmente alto, pues arrastra con él, objetividad y conciencia.
Esta idea difiere de los servicios idólatras de los demás pueblos, ya que únicamente por medio de la vana creencia que la gente les confiere, es que les han dado el título de ser deidades.
Y esto es porque esas ideas no lograron rozar el intelecto, pues ni siquiera consiguieron presentar una sola prueba fehaciente, sobre la cual el espíritu humano base su comprensión”.
No existe en el léxico de la Toráh la palabra fe, no hay conceptos como “me gusta creer”. Existe nada más el conocimiento, la sabiduría, la conciencia clara que existe Un Solo Creador.
Si a alguien le falta alguna información, bien la puede adquirir analizando, indagando, utilizando su mente fría, e intelecto calculador, en pos de la verdad, ya que en el judaísmo no hay dudas que no se deban preguntar, o fe ciega.
Por esta razón, el conocimiento del Creador del universo puede superar cualquier sentimiento subjetivo, por más fuerte que sea. Exhortándonos a no apiadarnos de – inclusive – nuestros seres más cercanos, si atentan contra nuestro espíritu, pretendiendo exterminar nuestra conciencia, tratando de expulsarnos de la realidad.
En síntesis.
Todos formamos parte de esa verdad, pues nos hicimos socios de Dios cuando demostró frente a toda la humanidad su Existencia y Poder. Así, todo el tiempo que fortalezcamos este conocimiento, y refresquemos los eventos de aquel entonces, aseguraremos nuestra existencia, como individuos y como nación.
Shabat Shalom