Lej Lejá. Esta interpretación es la que se lee todas las semanas en español en el Kotel

Di-s le ordena a Abram que abandone “su tierra, su lugar natal, la casa de sus padres” para ir al lugar que le mostrará, prometiéndole que lo engrandecerá y hará de él un gran pueblo. Y Abram obedece la orden, partiendo junto con su esposa Sarai y su sobrino Lot hacia la tierra de Canaan, donde comienza a difundir el Nombre de Di-s.

Estallan peleas entre los pastores de Lot y los de Abram, por lo que ambos hombres deciden separarse. Lot se establece en Sodoma.

Cuatro reyes se levantan en armas contra cinco, entre los que se cuenta el rey de Sodoma, y los derrotan, tomando cautivos, entre los que se encuentra Lot. Abram parte en rescate de su pariente y logra su cometido.


Di-s establece un pacto con Abram de que su descendencia poseerá la tierra.

Como Abram no había tenido hijos de Sarai, ésta lo convence de que tenga relaciones con Agar, su esclava egipcia. La mujer concibe y ante esto se vuelve insolente con su ama. Sarai la comienza a maltratar y Agar huye. Pero un ángel la convence de que retorne a su ama y le informa que tendrá un hijo al que llamará Ismael y será padre de un pueblo numeroso.

Trece años después Di-s cambia el nombre de Abram por Abraham y el de Sarai por Sara, y le ordena  que se haga la circuncisión comos señal del pacto entre Di-s y la descendencia de Abraham. Todo varón de la descendencia de Abraham debe ser circuncidado al octavo día de nacido. Y a la edad de 99 años Abraham obedece la orden Divina.

 

SIEMPRE SALIMOS

La vida no es algo estático, los seres crecen. En especial el hombre, que crece tanto física como espiritualmente. Para ello debe salir de su estado anterior, avanzar, progresar, dejar de lado sus limitaciones. Un escalón tras otro en un ascenso sin final.

Y esa es la historia del pueblo judío desde la época del Patriarca Abraham.

Di-s le ordenó que abandonara su tierra, el lugar de su nacimiento para dirigirse hacia un nuevo país. Ya más no podía crecer en Haran, ahora debía iniciar una nueva etapa en Canaán. Y su descendiente Jacob también debió abandonar su tierra y dirigirse a Egipto, donde sus hijos, a su vez crecerían. Y luego los nietos de Jacob debieron salir de Egipto para elevarse aun más en el desierto con la recepción de la Torá, y los hijos de estos, a su vez, entraron a la Tierra de Israel, donde llegaron a una cima aun más alta con la construcción del Templo. Y así, el pueblo judío, los hijos de Abraham, continuamente oyen la voz de Di-s ordenando: “Abandona tu tierra, tu lugar natal, la casa de tus padres”, sal de lo que antes fue lugar de crecimiento espiritual y encaminate a una nueva tierra en la que te vas a desarrollar aun más. Y es este viaje continuo fuera de nuestras limitaciones, en busca del crecimiento espiritual el que nos va llevando lentamente hacia ese momento en que todas nuestras limitaciones desaparecerán, pues habremos alcanzado el máximo desarrollo con la llegada del Mashíaj. Asi que, señores, a seguir saliendo de nuestra tierra, de nuestro suelo natal, de la casa de nuestros padres y a iniciar una nueva etapa de crecimiento fuera de nuestras limitaciones.

 

Una Llamada de 4.000 años

Por Yosef Y. Jacobson

 

Un hombre grande y corpulento visitó la casa del rabino y pidió ver a la esposa- la Rebetzin, una persona bien conocida por sus numerosos actos caritativos.

“Rebetzin” dijo con voz destrozada, “deseo atraer su atención a la condición terrible de una familia pobre en este barrio. El padre ha muerto, la madre está demasiado enferma para trabajar, y los nueve niños están hambrientos. Serán arrojados al frío de las calles, a menos que alguien pague su renta que suma $6000″

“¡Qué terrible!” exclamó la esposa del Rabino. “¿Puedo preguntarle quién es usted?”

El visitante secó con un pañuelo sus ojos. “Soy el propietario”, sollozó.

 

Una Imagen

Quiero describir una imagen que siempre me ha movilizado profundamente:

Rabí Iosef Itzjak Schneerson, el sexto Lubavitcher Rebe (1880-1950) describe cómo su padre, Rabí Sholom Dov Ber, el quinto Rebe de Lubavitch (1870-1920) repasaba la Parshá de “Lej Lejá” cada año- en la tarde del viernes- antes de Shabat. (Es una antigua costumbre judía, repasar la porción semanal de la Torá los viernes). El Rebe relató que cuando su padre recitaba la apertura de la porción, “Lej Leja Meaartzeja”, dos lágrimas gigantescas rodaban por su santo rostro.

“Lej Leja Meaartzeja” son las palabras hebreas que expresan la instrucción de Di-s a Abraham: “Vete de tu tierra, tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que Yo te mostraré” Cada año, recordando estas palabras, los ojos del Rebe se llenaban de lágrimas.

¿Por qué este versículo fundía su corazón? ¿Qué había en este mensaje que lo movilizaba tan profundamente?

Capturando el drama de esta instrucción breve a Abraham- la primera comunicación de Di-s al padre del Judaísmo- se captura el ser, misterio y destino de 4,000 años de historia judía, una historia empapada en valor, sangre, lágrimas y triunfo. ¿Qué es Judaísmo? ¿Cuál es el significado de la existencia judía?

Es la respuesta a una llamada: “Vete de tu tierra, tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que Yo te mostraré” Vete fuera de ti y vuélvete Mío. Judaísmo, en su más verdadero significado, se trata de crear un cambio- salir del paradigma del egocentrismo hacia Di-s; de mi tierra a la tierra que me muestran.

Hace 3743 años, un solo ser humano, sofisticado y refinado, oyó una llamada. Ésta no era meramente una instrucción sobre geografía, una demanda para relocalizar casas; era una invitación a un cambio existencial: Déjalo. Camina fuera de tu perspectiva, y empieza a ver las cosas desde Mi perspectiva. Deja de vivir según tus hábitos e inclinaciones, y empieza a vivir según Mi voluntad.

Para alguien que nunca oyó la llamada, esto parece una locura. Pero Abraham y su descendencia han oído una llamada, y no podían permanecer indiferentes. Traicionarla sería semejante a un alma sensible que se niega a ser conmovido por un poema emotivo o una pieza de música. Cuando Abraham se dio cuenta de la presencia viviente de Di-s, no había marcha atrás. Él podía negarlo si lo deseaba, pero supo que la vida sin ella sería poco profunda y superficial. Rechazar la llamada podría haber demostrado lealtad a la demanda científica a la evidencia- tipo del laboratorio, pero habría sido a expensas de traicionar la capa más profunda del ser.

Después de casi 4000 años, la llamada aun nos convoca. “Vete de tu tierra, tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que Yo te mostraré” Sal fuera de ti mismo y comprométete a lo que Di-s desea de ti. Permite unir tu vida a las expresiones de verdades que cobran relevancia más grande que tu propio ser. ¿Podemos oír la llamada? ¿Sabemos responder?

 (Extraído de www.es.chabad.org)

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