Nuestra parashá describe mucho de lo que ha de acontecer, y de hecho aconteció, en el pueblo de Israel durante su historia.
La Toráh ilustra una amplia lista de bendiciones que habremos de recibir a lo largo de nuestra estadía en este mundo, tanto a nivel personal, como a nivel pueblo de Israel. No obstante esos grandes favores y beneficios se encuentran subyugados por condiciones. Ellas habrán de regular y determinar si realmente los merecemos.
También nuestra parashá incluye una gran lista de elementos polarmente opuestos a las bendiciones, con el fin de despertar la conciencia en nuestros corazones, y motivarnos a apegarnos al camino espiritual, el del éxito verdadero.
Casi al final de esta intimidante lista, y cuando la mayoría de los recursos que tiene Di´s para meternos en cintura, fueron mencionados, nos es informado lo siguiente:
“(Si ustedes andarán conmigo de manera fortuita) También Yo me comportaré con ustedes de manera fortuita, y los llevaré a la tierra de sus enemigos, entonces ahí se doblegarán sus corazones incircuncisos, y en ese entonces expiarán sus faltas (por medio de sufrimientos). Y recordaré Mi pacto con Yaacov, aún mi pacto con Itzhak, y aún Mi pacto con Abraham recordaré, y a la Tierra recordaré”
De esta manera nos comunica Di´s que jamás nos olvidará, por muy alejados que estemos de nuestros principios, tradiciones, y leyes. El mérito de nuestros padres abogará por nosotros al final de los tiempos (?).
Y uno se pregunta: ¿Acaso por el simple hecho de ser hijos de aquellos patriarcas, tendremos acceso a esa inmerecida bondad?
Explica Rabí Eliyahu Dessler, ZT”L, que la idea de disfrutar de los beneficios del mérito de nuestros padres se centra en la realidad de que cualquiera que sea llamado miembro de la simiente de Abraham Itzhak y Yaacov, alberga dentro de sí cualidades de estos tres gigantes espirituales dentro de su carácter personal. Cualidades que le seguran el retorno a su origen, a la senda del bien… al apego a Di´s.
Esa es la infalible manera de mantener en pie esa promesa ancestral, de aquellos días cuando nuestro pueblo apenas se encontraba descubriéndose a sí mismo. Y esa deberá ser nuestra lucha fundamental en nuestro día a día: Despertar dentro de nosotros esas maravillosas cualidades humanas, legadas por los “pilares éticos del mundo”, nuestros amados patriarcas.
Shabat Shalom
Yair Ben Yehuda